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18 septiembre 2017

Una sociedad de herederos



"Los hombres construimos demasiados muros
y no suficientes puentes."

Korzybski llamó la atención sobre la característica actividad humana de transmitir experiencia entre una generación y otra, especialmente mediante el uso de símbolos. Ese proceso acumulativo y educativo está detrás de la frase atribuida a Newton, cuando mencionó: "Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes".
Cada tiempo ha recibido un legado del pasado.
Todos somos herederos. Desde nuestro ADN y el lenguaje, hasta las características culturales y los bienes o deudas que recibimos de los antepasados.
Hoy estamos en una situación en que el factor hereditario, contribuye a profundizar la brecha que la desigualdad ha abierto en el cuerpo social.
Ya no se trata solamente del reparto de la riqueza, naturalmente influenciado por los mecanismos de la herencia.
Ahora estamos frente a dos procesos de reproducción que consolidan y acentúan diferencias entre los afectados por uno u otro de ellos.
Podríamos decir que hay un proceso de herencia de la riqueza y otro de herencia de la pobreza.
La herencia de la riqueza, sigue las reglas sucesorias conocidas: de una generación a otra se transmite la posesión de bienes y derechos, lo cual otorga a los beneficiarios ventajas sociales y económicas. Pero además de la transmisión de fortunas, la pertenencia al sector caracterizado por las ventajas sociales, hace que sus miembros dispongan también de mejores oportunidades educativas y laborales. Aún desde antes de recibir su cuota parte de los bienes y fortuna, ya han recibido los beneficios de un sistema de relaciones favorables, escuelas de calidad y empleos ventajosos, logrados por contar con preparación y buenas referencias.
En una sociedad dinámica y progresista, los resultados de ese mecanismo hereditario, genera diferencias iniciales, en la competencia social, que pueden ser atenuadas o compensadas, mediante otros factores que reconozcan los atributos y el esfuerzo personales. Por ejemplo, el reconocimiento de los méritos, es una vía para eludir el fatalismo hereditario.  Sin embargo, no se puede desconocer, que librarse de los condicionamientos del status quo, requiere un esfuerzo adicional, para aquellos que no son beneficiarios del mismo. Dicho de otra manera, las ventajas de nacimiento influyen siempre.
El otro proceso hereditario, no transmite las riquezas o ventajas, sino las carencias y desventajas. La pobreza estructural, que se reproduce de una a otra generación, se ha transformado en una condición hereditaria, con todas sus consecuencias.
No es la pobreza en una sociedad con movilidad. Con "capilaridad social", para dar una imagen de oportunidades de ascenso. Una sociedad en que la escuela pública iguale en un aula con guardapolvos blancos y estimule la sana competencia del mérito.
Llegar al punto de la pobreza hereditaria, tiene una gravedad enorme.    ¿Qué significa? Es la inmovilidad que apresa el futuro en el núcleo duro de la pobreza. Todas las vías de salida están cerradas y solo queda un futuro desesperanzado de pobreza inevitable.
Tal vez alguien diga que siempre ha existido un grupo en esas condiciones. Pero no sin salida ni tampoco con el tamaño actual.
¿Qué futuro tiene una sociedad de herederos de las características descriptas?
No hay futuro porque esta sociedad es inviable. Una sociedad existe porque sus miembros comparten la búsqueda del bien común. Porque entienden que cada uno puede sumar al proyecto común y al mismo tiempo compartir sus beneficios. Porque al transcurrir el tiempo producen una cultura.
Sin embargo, ese supuesto básico se rompe cuando se excluye un grupo, al cual además los hechos permiten que la exclusión sea para siempre, para sus hijos y sus nietos. Una sociedad de castas. Una versión de los parias de la India, en pleno siglo XXI.
En ese escenario, el futuro previsible solamente permite anticipar violencia. Violencia para sostener una situación injusta o violencia para cambiarla.
Con ese estado de cosas como base, los intentos de mejoramiento institucional, deben tener en cuenta que la fractura mencionada, excluye a una parte, presente y futura, de la sociedad. Los altos valores que convoca el desarrollo republicano quedan postergados por las crueles urgencias de las necesidades básicas, que Maslow representó en la base de su pirámide motivacional.
Por esa razón la prioridad son la reducción de la pobreza y la desigualdad. No alcanza reducir o eliminar la pobreza. Hay que reducir la desigualdad, para que sea estímulo y no factor de desaliento y germen de violencia.
Esa persistente pobreza no solo refleja la dolorosa situación en que están sumergidos millones a nuestro lado. También refleja la pobreza de los no pobres. Aquellos que aceptamos convivir con semejante situación con tolerancia resignada o egoísta, según sea el caso.
Un sistema político republicano y democrático, requiere el desarrollo de una ciudadanía activamente participante y solidaria para que cuaje aquel tridente esperanzado de libertad, igualdad y fraternidad.
Cuanto una parte importante de la ciudadanía está sometida a privaciones, peligran las formas de participación política. Los procedimientos de representación abiertos, transparentes y responsables, derivan en modos contestatarios, distintas formas antisociales vecinas al delito, manejos prebendarios que controlan la libre elección política o, lisa y llanamente, la violencia.  
  BUENOS AIRES, 3 de Julio de 2014.





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