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28 enero 2020

Para que estudiar Estadística


Parte I

La estadística está presente en prácticamente todas las actividades que se desarrollan en una sociedad moderna. Esa cualidad la identifica como un integrante de las ciencias transdisciplinarias, junto con la lógica, las matemáticas, la medición, la visualización de datos y la evaluación. La forma más sencilla de reconocer por que recibe el nombre de tales disciplinas se encuentra cuando observamos que a través de todo el espectro de las otras ciencias, las transdisciplinas contribuyen a la organización del conocimiento. En el caso de la estadística el manejo de la evidencia y los procedimientos controlados de estimación y de inferencia la constituyen en lo que Pearson llamó hace más de 100 años "la gramática de la ciencia".
El anterior parece un argumento suficiente para responder la pregunta de "por qué" estudiar estadística.
Pero, además de esa cuestión, hay otra que resulta necesario elucidar teniendo en cuenta no una epistemología abstracta sino la respuesta que puede proporcionar a aquellos que emprendan su estudio. La pregunta que mejor enfoca esta segunda dimensión del interés que despierta la estadística como materia de estudio es "para que".
¿Para qué estudiar estadística? ¿Cómo puede ser útil, satisfactoria, gratificante, a través de la diversidad de vocaciones, destinos, ocupaciones y preferencias de aquellos que pasan por la escuela en sus distintos niveles?
Para contestar esta pregunta es necesario recurrir a la identificación de lo que podemos llamar la esencia de la estadística, su espíritu, su propósito primordial y básico. Como señaló el gran estadístico Bradley Efron, la Estadística, hacia fines del siglo XX, aparecía rodeada por una alta muralla matemática que dificultaba la observación de su naturaleza cordial, fuertemente asociada a la pulsión cognitiva del ser humano y a su natural interés por los fenómenos que observa y por las acciones que experimenta.
La experiencia es la materia prima de la estadística. La estadística observa, registra, organiza, compara. En ese camino también mide y calcula. En forma muy apretada se puede decir que estadística es observación, memoria y razón. Ella incluye en su configuración la repetición, a la que desde antiguo se le atribuye la condición de madre de la ciencia.
En consecuencia, aprender estadística no es ni más ni menos que adquirir los instrumentos para que el pensamiento humano despliegue su potencia, y se lance a la investigación de lo desconocido, moderando la audacia de las conjeturas con un sólido cotejo experimental.
Hasta finales del siglo XX la estadística se desarrolló en un contexto de escasez y privación de datos. Solamente el poder del método de muestreo permitió avanzar en la exploración de los más diversos territorios de la naturaleza y de la sociedad. Pero una limitada capacidad de almacenamiento y de cálculo hicieron que muchas de sus poderosas teorías no fueran aplicables.
Ese escenario ha cambiado y sigue evolucionando, con rapidez creciente, de tal manera que cualquier situación que miremos es incomparable, no con un pasado remoto, sino con un pasado cercano en términos de vida personal.
Alguien no avisado creería que el mundo del Big Data certifica la caducidad de la estadística, y su reemplazo por una diversidad de técnicas y procedimientos, empaquetados en algoritmos que nos sorprenden cuando aparecen sus resultados siguiendo nuestros pasos en Google.
Pero eso significaría resignarnos a creer que más temprano que tarde el pensamiento humano quedara obsoleto, con desagradables consecuencias para la libertad.
Sin embargo, el universo ha superado aquella idea determinista que le hizo exclamar a Laplace "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo". La incertidumbre, la complejidad, la autopoiesis, plantean el desafío de romper con la idea de una ciencia aséptica, y asumir un compromiso ético en las elecciones y decisiones que debe enfrentar el conocimiento, haciendo que el eje vuelva a apoyarse centralmente en el hombre.
La estadística, en busca de su identidad ha encontrado en los últimos años una definición por exclusión que dice: "estadística no es una fórmula, es un convenio" y en esas ocho palabras se encierra todo un programa que la educación debe asumir como propio. La idea de convenio, de acuerdo entre partes, es central en una República. Como tal, la estadística debe contribuir de manera fundamental a la construcción de una representación compartida de la realidad, que le dé sentido a observaciones, experimentos y mediciones, de tal manera que los interesados participen en la interpretación de los resultados estadísticos, contribuyendo con sus propias escalas de valores, preferencias y prioridades, de tal manera que la sociedad marche en la dirección resultante de la combinación equilibrada de todas las fuerzas que laten en su interior.
Pero la estadística no solamente registra los fenómenos y procesos de la naturaleza y la sociedad, sino que también se hace cargo del margen de incertidumbre que la física cuántica ha reconocido como constitutiva de las cosas.
El hombre durante siglos se ha protegido del terror que le provocaba la incertidumbre refugiándose a la sombra de la magia y de los mitos. Cuando la razón permitió decodificar el funcionamiento del azar, rápidamente esos conocimientos encontraron destino en las previsiones actuariales (seguros). También sirvieron esos avances para diseñar sistemas de renta (vitalicia) que quitaran rigor a los riesgos del envejecimiento.
Estamos habituados a ver a la estadística como una danza de promedios y de tendencias. Sin embargo, su mayor riqueza, la que le agrega valor a su dinamismo y flexibilidad, es la medición y análisis de las desigualdades. Pareto ha subsumido su importancia en el coeficiente de su fórmula para la distribución de los ingresos, alertando sobre los riesgos de que ese valor sobrepasara algún límite o cayera por debajo de otro, siempre con consecuencias negativas para la convivencia política.
La palabra igualdad, uno de los tres pilares de la revolución francesa, tiene en un sistema democrático una importancia y valor eminente. Por eso no es vano decir que estadística y democracia se necesitan y nutren mutuamente.
Ya en 1910 H G Wells destacó la importancia de la educación estadística para la ciudadanía. Lo cual fue retomado y enfatizado en 1950 por el entonces presidente de la American Statistical Society Wilks, cuyas palabras fueron:
"Llegará el día en que saber estadística será tan importante para el ejercicio de la ciudadanía como leer y escribir".

Parte II

Lo anterior es un rápido listado de las razones por las cuales no sólo es necesario sino también inevitable el estudio de estadística como medio de mejora del desempeño de los individuos en sus actividades y de la sociedad en su conducción política.
Si consideramos ahora algunos aspectos más cercanos a la práctica diaria de la docencia que deba hacerse cargo de los de los programas que lleven a la práctica la preparación paulatina y acorde a edades y niveles, es conveniente señalar que aquella estadística amurallada que se mencionaba más arriba ha encontrado otros modos amigables y muy capaces de entusiasmar a través de tres senderos complementarios
Uno ya ha sido nombrado, pero es necesario agregarle una función más. Las tecnologías de la información hicieron posible el registro, la acumulación y el procesamiento de datos de tal manera que, por primera vez en la historia, el hombre tuvo acceso, en tiempo real, a cada uno y a todos los datos guardados en una base. A partir de ahí las condiciones estuvieron dadas para que los datos, ya sea individuales o en conjunto se hicieron visibles a través de gráficos y diagramas que permitieron nuevas formas de análisis y de interpretación. Podríamos decir que el procesamiento electrónico nos proporcionó una capacidad similar a la que aportaron el telescopio con respecto a las estrellas y el microscopio con respecto al átomo.
Pero eso fueron tal vez prolegómenos de una capacidad que significó realmente un antes y un después en la historia de estadística. ¿Cuál es el elemento más escurridizo, el más peculiar, el menos observable aisladamente? El inquieto e indócil azar se vio domesticado finalmente y puesto al servicio del conocimiento humano cuando bajo el nombre de método de Montecarlo se inauguró el tiempo de la simulación de procesos.
Finalmente, el Análisis Exploratorio de Datos minimiza las operaciones aritméticas y recurre a formas cuasi gráficas de presentación, “revelando” los aspectos característicos del conjunto de datos.
 Con los gráficos estadísticos dinámicos e interactivos es posible mantener una conversación, y comprobar su sensibilidad a los cambios.
 Los métodos de simulación, funcionan como un remixado del muestreo estadístico, y son los medios que permiten afirmar que es posible empezar el aprendizaje de la estadística muy precozmente, teniendo en cuenta que el mismo, como señala Piaget, es compatible con el pensamiento concreto que caracteriza la primera infancia y avanza paulatinamente hasta los niveles más altos de abstracción, a medida que recorre el proceso educativo.
Finalmente, unas palabras para rendir homenaje a los precursores que permitieron que Santa Fe pueda ser reconocido en el mundo, como el lugar donde se instaló la primera escuela universitaria de estadística, en 1948. Ese hecho nos hace responsables de una tradición que debemos honrar, enfrentando los desafíos actuales, donde no solamente hace falta preparar profesionales de excelencia sino, para que las cosas funcionen armoniosamente y de manera estable es necesario también que la educación común contenga los elementos necesarios para que los ciudadanos puedan desempeñarse en lo privado y en lo público a tono con la época que vivimos, haciéndose cargo de los desafíos que cada uno encuentre.


16 enero 2020

Si podemos...



Considerar a la estadística como una forma organizada de exponer nuestro conocimiento y justificar nuestras acciones por medio de los datos que obtenemos mediante la observación metódica de la realidad.
Reconocer que siempre los datos serán imperfectos. Que por esa razón no podrán llevarnos a conclusiones automáticas, sino que siempre estarán exigiendo nuestra participación activa, desde su diseño y producción hasta las decisiones  finales que se basan en ellos.
Comprender que esa insoslayable intervención personal, hace que todo el proceso estadístico incorpore una componente moral imprescindible, porque “si los números no mienten”, como sostiene el dicho popular, ¿quién tiene ese poder?
Admitir que antes de los temas técnicos, que tienen soluciones técnicas, se levantan factores críticos, que constituyen el contexto, el trasfondo determinante: patrocinantes y productores. Ellos son atravesados por la trama de intereses relacionados con la materia que se está observando. Deben tener fuertes principios, códigos efectivos que les eviten caer en  la tentación de ejercer violencia sobre los datos.
Entender que la sociedad de la información, en marcha hacia la sociedad del conocimiento, no es un modelo para armar, sino un proceso de educación continua que solamente avanza en la medida en que suma mentes y voluntades, convencidas de que si no empezamos a manejar criteriosamente los datos en la producción de argumentos razonables, no podremos escapar de los dogmatismos rígidos e indiscutibles.
Contribuir a que el contexto sea día a día más propicio a un estilo de argumentación fundado en la información.
Aceptar que el aporte que se nos pide cuando nos convoca alguna encuesta o relevamiento, debe servir para formar ese capital común de conocimiento que puede darnos una sociedad mejor. Y no será entonces solo una pérdida de tiempo o un encuentro evitable, sino un compromiso asumido en plenitud.
Advertir que más allá de los números en los que se refleja o de los gráficos que la sintetizan, la estadística es una parte de ese medio extraordinario que acompaña a la humanidad en su largo viaje: el lenguaje. Y esto se hace evidente cuando un cuestionario vincula el universo de los interrogantes, con el saber propio, no revelado, exclusivo, del interrogado.
Permitir que el azar, generador de incertidumbre, nos ayude a entender mejor las cosas que pasan bajo sus leyes, que organizan los resultados, de los dados, el vacilar de los átomos, o nuestra propia herencia genética.
Evitar el encierro de la visión en túnel, cuando se trata de atribuir causas a los efectos. Siempre la ventana desde la que miramos el mundo, mira hacia un lado, nos deja cierto ángulo ciego, es parcial y limitada. Tratemos de salir de ese cuarto, aunque solamente sea para entrar en otro, más grande. O cambiemos la orientación de la ventana, para ver otro lado de las cosas.
Dar a los resultados, la importancia que verdaderamente tienen. No por detalle decimal de sus cantidades, ni por la críptica complejidad de los cálculos realizados, sino regidos por el problema al cual se aplican, único capaz de otorgarles el reconocimiento de su utilidad.
Si estamos en disposición de ánimo para asumir esos compromisos, somos una fuerza que desde el lugar de cada uno, puede hacer que las cosas empiecen a cambiar.

HOA  


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