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06 agosto 2007

Los unos y los otros

Los unos y los otros en el escenario estadístico

 

En cualquier circunstancia, podemos reconocer la presencia de Unos y de Otros.

Cada categoría actúa con sus propios modos. Como los Cronopios y los Famas. Mientras las Esperanzas revolotean por ahí. Entre Wagner y Ravel.

Con la estadística, INDEC mediante, ha ocurrido algo extraordinario. Se ha roto el encantamiento que la mantenía extraña y oculta a los ojos de la mayoría de la gente. Hoy, quien más quien menos, se anima a opinar, a criticar o defender lo que se hace o debería hacerse en el INDEC o en la estadística en general.

Esta cuestión del INDEC esta durando mucho y todavía no hay miras de que la sociedad se permita un diálogo reparador de su principal sistema de señales. El vehiculo avanza con el tablero roto por un camino sin semáforos ni kilometraje.

Es imprescindible intentar una descripción del elenco que interpreta los protagónicos en el escenario. Algunas conclusiones podemos esbozar provisoriamente. En primer lugar que la escena esta poblada por los Unos, los Otros y Ellos.

Ellos tienen el poder y deciden. Nombran y  destituyen. Pero ese poder en una república se supone que esta repartido, dividido y puesto a prueba de manera constante. ¿Es así? ¿O no?

Los Unos, deberían ser todos aquellos que aplican principalmente la razón al análisis del problema, y que proponen formas civilizadas de resolverlos, sobre la base de un conocimiento estadístico organizado en el que se apoyen la argumentación y el consenso.

Los Otros pueden ser ingenuos o perversos. Los primeros son aquellos que se creen de buena fe, que sus  andanzas como investigadores o analistas, los habilitan para manejar la compleja producción estadística y no vacilan en hacerse cargo de grandes responsabilidades..

Pero también están los que tienen claro que no les corresponde, aunque sean buenos (psico)analistas, o arquitectos o plomeros. No les corresponde ser directores de encuestas, o de índices o de censos. Lo saben, pero no les importa. Al contrario se mueven y activan sus redes de amigos, conspirando en la persecución de su objetivo de ascenso personal.

Pero ambos son igualmente responsables, ya sea por culpa o dolosamente, de invadir campos que no les corresponden. Sus conductas actúan despojadas del imperativo ético necesario en una sociedad civilizada.

Sin embargo la cuestión más delicada es otra. Es la que generan los Unos, cuando por distracción, comodidad o conveniencia son permisivos con los Otros, en la convivencia diaria dentro de instituciones donde los Unos supuestamente tienen el control. Les ofrecen cómodos asientos, los hacen sentirse pares o peor aún, les reconocen  alguna superioridad, verbal o simbólica.

Esto confunde a los  Otros bienintencionados, que terminan creyendo que hacen un gran favor dedicándose a expulsar a  los Unos de sus tareas, porque en alguna forma ellos son mejores. Y los Otros perversos, se entusiasman ante la tonta estrategia de los Unos permisivos, y se afirman en su comportamiento insolente.

Cualquier Uno medianamente lúcido, ha encontrado seguramente situaciones del tipo mencionado, que en tiempos comunes no producen alarma. Pero cuando se dan las condiciones de crisis, se activan como las fiebres terciarias y la enfermedad se manifiesta con signos graves y preocupantes.

Cargos públicos, universidades, institutos y centros académicos, permiten que esa errónea flexibilidad con las competencias, les facilite a los Otros, adornar sus currículos con posiciones, actividades y publicaciones avaladas por esos centros, institutos, universidades o cargos. Aprovechan así el brillo prestado por el valor social atribuido a esas referencias, que los empuja a continuar avanzando despojados de todo freno intelectual o moral.

Y la conjura de Ellos con los Otros, determina una alianza, utilitaria y ventajera, con la cual ya no pueden luchar los Unos. Es urgente que los Unos hagan una autocrítica, que tiene que empezar por la eliminación de todos los nichos que fomentan el crecimiento y engorde de Otros, listos para atacar las posiciones que su apetito y la oferta de Ellos, pongan a su alcance.

En realidad lo que pasa, importa solamente como resultado del proceso que lo genera. Es solamente una escena hecha de luces y sombras, donde la trama de las relaciones sociales, descubre los juegos de la ambición y del poder.

 

Dr. Hugo Oscar AMBROSI

ESTADISTICO

hambrosi@gmail.com

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