La teoría del todo
(TdT)(o ToE por sus siglas en
inglés, Theory of Everything) es una teoría hipotética de la física teórica que explica y conecta en una sola todos los
fenómenos físicos conocidos.
El concepto de una "teoría
del todo" está arraigado en el principio de causalidad y su descubrimiento sería la oportunidad de ver
a través de los ojos del demonio de Laplace.
El status de la física en la TdT
está abierto a un debate filosófico. El núcleo del debate es: si lo
físico es verdadero, una teoría del todo física podría coincidir con una teoría
filosófica del todo.
Un pequeño número de científicos indica que el teorema de
incompletitud de Gödel implica que cualquier intento de construir una teoría
del todo está condenada al fracaso. El teorema de Gödel dice que cualquier
teoría matemática suficientemente compleja es o inconsistente o incompleta.
Stanley Jaki señaló en su libro de 1966 "La Relevancia de la Física"
que cualquier
teoría del todo deberá ser una teoría matemática consistentemente no-trivial,
con lo que debe ser incompleta
“Muchas personas estarían muy disgustadas si no hubiera una
teoría última, que pueda formularse con un número finito de principios. Yo solía pertenecer a ese campamento, pero
he cambiado mi pensamiento” escribió Stephen Hawcking en “Gödel and the end
of physics”, en 2002
Durante décadas hemos alimentado grandes ilusiones de
transformación radical, ya sea por las vías de las instituciones o de las
revoluciones. Una pulsión por transmutar la realidad de forma categórica nos ha
consumido las energías y en muchos casos se llevó la vida, en épicas
sangrientas y sanguinarias, prontas a demoler y demoradas para construir.
A través de todas esas experiencias, comunes a otras en el
mundo, se puede encontrar la creencia en una racionalización de la sociedad que
pretende abarcarla toda. No es siempre la misma configuración, pero si es común
en todas, la convicción de que todo está determinado y, en consecuencia,
actuando sobre las hipotéticas causas, se puede cambiar el mundo a gusto.
Esos combates por lo grande y lejano, ese impaciente
batallar ilusionado (¿o ilusorio?) fue postergando los modestos arreglos,
reformas y reparaciones, que nos hubieran permitido mejorar de a poco y, en
tantos años transcurridos, cambiar las cosas y estar mejor de lo que hoy
estamos. Como hicieron otros, en otros tantos lados.
Y tal vez, solo tal
vez, podríamos haber seguido el ritmo del mundo, con rengueras y flaquezas, como
pudimos hacer alguna vez.
No se nos hubieran arruinado tanto las escuelas, los trenes,
los hospitales, la esperanza. No hubiéramos empobrecido a tantos. Tal vez, solo
tal vez. Porque lo contra fáctico tampoco ayuda a cambiar lo que ya está hecho.
Y mañana es diferente de ayer.
Pero lo que sí tenemos que aprender, es que no hay una “teoría
del todo”. Solo algunas aproximaciones que, como todas las de su clase, erran
en distintos grados por exceso o por defecto. Como dice Hawking:
” Muchas personas estarían muy disgustadas
si no hubiera una teoría última, que pueda formularse con un número finito de
principios. Yo solía pertenecer a ese
campamento, pero he cambiado mi pensamiento”. Y Hawking está hablando de la
¡naturaleza de la física…!
¿Qué podemos esperar de la sociedad, donde al aumentado
número de dimensiones del espacio-tiempo, se suman la libertad y los valores?
Cuando menos, tendrá que esperar para encontrar su propia ecuación sintética,
tener a mano y resuelto el asunto en el plano físico. Y también en el
biológico, donde la vida plantea sus propios desafíos.
Una palabra emerge entre estos pensamientos: la palabra
desmesura. Refleja lo descomedido que expresa la impaciencia vanidosa de
ponerle fin a la historia. Y descubrimos entonces, que ese mal es de muy vieja
data y se refleja en la hybris: todo aquello que sobrepasa la justa medida, el
equilibrio. Lo que es producto del orgullo, de la soberbia.
“La concepción de la hibris como falta determina la moral griega como una moral de la mesura, la moderación y
la sobriedad, obedeciendo al proverbio pan metron, que significa literalmente ‘la medida en todas las
cosas’, o mejor aún ‘nunca demasiado’ o ‘siempre bastante’. El hombre debía
seguir siendo consciente de su lugar en el universo, es decir, a la vez de su
posición social en una sociedad jerarquizada y de su mortalidad”
Esa desmesura nos ha hecho errar el tiro muchas veces,
en otras directamente el gatillo apunto a otro lado,
por sus intereses o por perversidad.
en otras directamente el gatillo apunto a otro lado,
por sus intereses o por perversidad.
Es hora de abandonar la quimera de cazar dragones y llega
el tiempo de descomponer y analizar. Desplegar en el tiempo el esfuerzo, dando
oportunidad a la maduración y al crecimiento. Reconociendo el orden de las
necesidades en gravedad o urgencia, para ocuparnos no solo de un sector, sino
de todos, no solo del presente, abrumador y ruidoso, sino también del futuro, preparando
la casa para las generaciones por venir. Eso tiene un costado arduo de
privaciones de lo prescindible, para que a ninguno le falte lo imprescindible,
es traer a nuestra convivencia una fraternidad extendida más allá de los
presentes, que abarque desde la gratitud a los ancestros, hasta la preocupación
por el legado. Debemos elegir objetivos próximos, que expresen necesidades
indudables, cuya reparación urge y podemos resolver con los medios y las
capacidades que tenemos hoy. Por una sencilla razón. Nuestra vida es finita y
tenemos un tiempo limitado para hacer algo por mejorar las cosas.
El método para lograrlo no es el falso sincretismo
simplificador, sino un pensamiento analítico que administre un sistema de pesos
y contrapesos, un sistema de cuentas dinámico que equilibre los debes y
haberes, con criterio equitativo y solidario. A la desmesura solo le puede
ganar un sistema de pesas y medidas. Solo conocemos lo que podemos medir, dijo
el sabio. Y conocer es la base para hacer lo correcto. Creer que se conoce el todo es, simplemente, admitir que no se sabe
nada.
-Caminante no hay camino, se hace camino al andar…-