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31 diciembre 2012

Si no lo puedes medir, no lo puedes mejorar

Una de las más conocidas frases de Kelvin está dedicada a la importancia de las mediciones en la ciencia. “ Medir es conocer” decía y no le faltaba razón. También dijo “ Si no lo puedes medir, no lo puedes mejorar”.
Es posible que una de nuestras grandes limitaciones como País sea nuestra debilidad en la medición. Tomemos cualquier ejemplo, digamos el desempleo.¿Cuanto es? ¿Ha aumentado o disminuido?. Pues curiosamente la respuesta es “depende”, depende  de a quién  le preguntes. Dicen incluso que hasta se alteró la tradicional forma de medición del desempleo para mejorar los resultados.  
La buena medición para un científico es el acercamiento a la verdad y al real conocimento. Si la medición es mala estamos en el mundo de la mentira.Pero mucho peor y mucha más mentira se obtiene cuando el que va a medir algo altera intencionalmente el aparato o el sistema que usa para medir.

LORD KELVIN « Todos contra Chávez

23 diciembre 2012

Ficción y realidad

Perfil.com | Edición Impresa | Ficción y realidad
Se nos presenta así a los argentinos un panorama que nos es familiar: un entorno presidencial que establece una espesa muralla de ficción, cimentada esta vez con un relato. Quizás la expresión más emblemática de esta ficcionalización de la política por parte de un poder que parecía no encontrar limitaciones sea el “vamos por todo” reiteradamente empleado por la Presidenta. Y lo que hace patente esta vez la dificultad para distinguir ficción y realidad es, precisamente, que mientras la realidad está erigiendo más y más límites, el discurso presidencial (y el de sus acompañantes) se ajusta más y mas al relato, y otro tanto ocurre con sus acciones

15 diciembre 2012

¿Jueces hijos de puta? Decididamente no.


¿Jueces hijos de puta? Decididamente no. Si esos tres hubieran sido hijos de puta, literalmente hijos de puta, hubieran visto a sus m
adres sufrir. Las hubieran visto llegar muy tarde a la noche, o muy tarde a la mañana, cansadas, ojerosas, borrachas de mil copas tomadas para hacer un mango y asqueadas de mil tipos de los que mejor ni acordarse.
Si estos tres hubieran sido hijos de puta, hubieran visto a sus madres volver a sus casas golpeadas. Humilladas. Violentadas por el fiolo, por los “clientes”, por la policía, por otras mujeres que se creían mejores que ellas simplemente porque tuvieron la suerte de nacer en una cuna un poco más cómoda.
Si estos tres hubieran sido hijos de puta, tal vez habrían esperado durante meses una carta de su mamá, enviada desde vaya uno a saber qué confín de la tierra, desde qué prostíbulo inmundo olvidado a la vera de una ruta que también ya había sido olvidada hace rato. Seguramente, junto con sus abuelas, hubieran esperado también ese giro salvador que les permita comer una noche más o ir un rato más a la escuela. O comprarse zapatos.
Si estos tres hubieran sido hijos de puta, seguramente hubieran visto a sus madres tener que mentir. En el hospital, en la escuela, en el almacén y en la casa de la vecina. Mentir una y mil veces en la comisaría y el juzgado. Mentir porque hay cosas (nombres, historias, lugares) que en la noche no se dicen, porque dan miedo, y también porque no mucha gente está dispuesta a escucharlas.
Si estos tres hubieran sido hijos de puta, seguramente alguno de los tres hoy se estaría preguntando qué le pasó a su mamá, que un día estaba tan contenta que había conseguido trabajo en el sur, y que había prometido volver con plata para poder hacerle una piecita o un baño a la casa, y que nunca más apareció. Y se lo preguntaría él sólo, porque todos los días hay mujeres que se van de sus casas y nunca regresan, y a nadie parece importarle que a dos, tres, cien, mil putas se las traguen esos huecos malolientes a los costados de la ruta, con un farolito rojo que tambalea en el medio de la nada. Porque son putas.
Si aunque sea uno de esos tres jueces hubiera sido hijo de puta, tendría al menos una ligera idea de la mierda que acaban de avalar. Si alguno hubiera sido hijo de puta, hubiera tenido más noción de la vergüenza que da, de lo inmoral, de lo repugnante que es la sentencia que tuvimos que soportar ayer.
Pero está claro que estos no son hijos de puta, son hijos de proxeneta. Y con su sentencia, le acaban de decir a todos los proxenetas del país: “Adelante! Sigan llenando el país de prostíbulos! Sigan sacando a las pibas de sus casas, de sus barrios! Nosotros los cuidamos para que trabajen tranquilos!”.



14 diciembre 2012

El FMI comienza a investigar las estadísticas K

El FMI comienza a investigar las estadísticas K

Salvo el anuncio mensual del Indice Alternativo, entre nosotros ya no interesa el tema. Es poco lo que se hace, salvo algunas notas anecdóticas.

03 diciembre 2012

L A I S L A D E L O S P I N G Ü I N O S

"El sabio Graciano recorría la Pingüinia en
tiempo de los últimos dracónidas. Cierto día cruzaba
un fértil valle, donde los cencerros de las vacas
resonaban en la quietud del aire puro, y se detuvo a
descansar en un banco, al pie de una encina, cerca de
una cabaña. En el quicio de la puerta, una mujer
daba de mamar a un niño; un mozalbete jugueteaba
con un perrazo, y un anciano, ciego, sentado al sol,
con los labios entreabiertos, bebía la luz.
"El dueño de la casa, hombre joven y robusto,
ofreció a Graciano pan y leche.
"Después de tomar aquel refrigerio, dijo el
filósofo marsuino:
"-Amables habitantes de un bello país, agradezco
vuestra delicadeza. Todo aquí respira gozo,
concordia y paz.
En aquel momento pasó un pastor que tocaba la
dulzaina.
"-Es una música heroica - opinó Graciano.
"-Es el himno de guerra contra los marsuinos -
respondió el labriego-. Todos lo cantamos. Los
niños lo aprenden antes de hablar. Somos buenos
pingüinos.
"-¿Odian a los marsuinos?
"-¡A muerte!
"-Y ¿por qué razón los odiáis a muerte?
"-¿No son los vecinos más próximos?
"-Ciertamente.
"-Pues bien: ¡por eso los pingüinos odian a los
marsuinos!
"-¿Es una razón?
"-¡Claro que sí! Quien dice vecinos dice
enemigos. Mira el campo lindante con mi propiedad;
es del hombre a quien más odio en el mundo. Mis
mayores enemigos, después de él, son los habitantes
del pueblo próximo, que arraiga en la otra vertiente
del valle al pie de un bosque de álamos blancos. En
el angosto valle hundido entre montañas no hay más
que dos pueblos, y son enemigos. Cada vez que
nuestros mozalbetes encuentran a los otros se
cruzan insultos y porrazos. ¡Cómo es posible que los
pingüinos no sean enemigos de los marsuinos!
¿Ignoras lo que significa el patriotismo?
Constantemente asoman dos gritos a mis labios:
‘¡Vivan los pingüinos!' ‘¡Mueran los marsuinos !' “
A. France

A la del relato ya la llaman la Década Perdida

A la del relato ya la llaman la Década Perdida

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