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26 julio 2018

Mañana es el Dia del Estadístico, en Argentina. Con ese motivo quiero felicitar a todos los colegas y formular augurios para que la Estadística se desarrolle en nuestro pais y en el mundo, y pueda brindar su colaboración al bienestar general y contribuir al manejo eficaz de la información en todos los campos de la actividad humana.

02 mayo 2018

De la Verdad de las Estadísticas a la Republica de los Datos



En el 2008 había transcurrido un año de la intervención del INDEC. En la feria del libro de ese año presenté “LA VERDAD DE LAS ESTADISTICAS”.
Han pasado 10 años. La mayor parte de ellos transcurrieron bajo el régimen kirchnerista y con las estadísticas publicas torpemente distorsionadas. Este año es el tercero de la presidencia de Macri.
Durante estos años he compartido con ustedes comentarios y opiniones sobre las estadísticas, pero fundamentalmente desde el punto de vista de la Estadística a secas.
En LA VERDAD DE LAS ESTADÍSTICAS trate de describir el proceso personal de la estadística como parte del pensamiento. También quedaron señaladas en ese texto las relaciones personales que surgen a partir de los diferentes intereses, como es el caso de los usuarios, los productores, los medios, la educación y los informantes. (ACCESO AL LIBRO I)
Mi intención en esa oportunidad fue poner a la luz pública, el carácter elemental y primitivo de los procesos básicos sobre los que se desarrolla el pensamiento estadístico. En resumen, expresar que la estadística es “observación, memoria y razón”.
Su material básico es la experiencia, tal que entonces resulta natural tomar como una referencia a ella el dicho “la experiencia es la madre del saber”, que a veces se enuncia también “la experiencia es la madre de la ciencia”.
Pasaron 10 años, por los cuales el CPA ha sido congratulado por múltiples y diversas expresiones.
Coincide nuevamente este aniversario con la publicación de “LA REPÚBLICA DE LOS DATOS”. Este libro continúa las líneas de “APRENDER…” Y las prolonga decididamente hacia el terreno social. Es la consecuencia directa de las acciones devastadoras iniciadas en 2007 y mantenidas hasta diciembre del 2015.(ACCESO AL LIBRO 2)
Cuando publiqué “APRENDER…” alimentaba la esperanza de que los actos que culminaron a fines de enero del 2007 fueran fugaces y la sociedad pudiera reaccionar corrigiendo ese desvío.
No pasó así, el proceso se prolongó durante nueve años y las reacciones se limitaron a la producción alternativa de datos. De múltiples datos.
En 2010 como consecuencia de los resultados electorales del año anterior, pareció que la oposición estaba en condiciones de elaborar una nueva ley de estadística. Hubo múltiples proyectos que culminaron en propuestas divergentes en senadores y diputados, que neutralizaron la posibilidad de decidir algún cambio.
El nuevo gobierno recibió un INDEC roto, con instrumentos descalibrados y alterados, y con una diversidad de problemas adicionales que hicieron necesaria la declaración de la emergencia para dicho instituto.
No cabe ninguna duda, que es importante y meritorio, haber hecho funcionar nuevamente los relojes principales de medición: precios, empleo, PBI, entre los más notorios.
Sin embargo, no puedo dejar de llamar la atención sobre un hecho curioso. El 31 de enero pasado el INDEC organizó las “JORNADAS INTERNACIONALES DE ESTADÍSTICA”, con motivo de cumplirse 50 años de la sanción de la ley 17622.
Resultó sorprendente esa reunión no por el temario, tampoco por los expositores, lo más granado del sistema estadístico mundial, ni por la concurrencia que fue muy numerosa.
Es alarmante porque se lo presentó como una celebración, donde lo que se festejaba era el resabio de una dictadura, una estructura residual que manifiesta en su orden conceptual la naturaleza autoritaria del régimen que la engendro.
La ley 17622 debió haber sido cambiada hace muchos años. Es una grave deuda que tiene la democracia consigo misma y con la sociedad.
El mundo ha transitado, en las últimas décadas, un notorio desarrollo de las estadísticas públicas, donde se cuenta con la base de conocimientos en la materia que acumulan los principales organismos mundiales, Naciones Unidas, Banco Mundial, OCDE, OIT, BID, FMI.
Por otro lado, países tan distintos, como Méjico, Reino Unidos, Nueva Zelandia, han formulado organizaciones que buscaron reconocer la importancia de la Estadística, jerarquizándola en la propia Constitución, poniendo la autoridad en el Parlamento o dándole nivel ministerial en el Ejecutivo.
No se expresaron preocupaciones similares entre nosotros. Basta revisar los proyectos discutidos en 2010 o los actuales borradores que han trascendido, para comprobar la escasa relevancia que se le otorga a la función estadística.
Para ilustrar el vínculo interactivo entre estadística y política, basta señalar los grandes acuerdos propiciados por las Naciones Unidas. Los Objetivos del Milenio fueron la primera expresión global de la relación entre política y estadística, que se vieron perfeccionados como expresiones de política basada en la evidencia con los actualmente vigentes Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Nuestro país adhirió a ambas propuestas, de las cuales derivan naturalmente lineamientos para un programa nacional de estadística. Sin embargo, no debe omitirse el hecho de que los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y las 169 metas, se plantean en un contexto en el cual los procesos de evaluación de políticas sociales y medio ambiental, han tenido un fuerte desarrollo en el mundo.
La evaluación, especialmente la evaluación del impacto de las políticas, saca a la luz el hecho indudable que, frente a una medición, las evaluaciones de los resultados obtenidos pueden diferir, dependiendo de los marcos de referencia, aplicados para darles sentido.
La interpretación o evaluación es una etapa esencial del proceso de medición, a cuyos resultados otorga sentido el marco interpretativo. La complejidad de los hechos, que para su medición deben ser aislados y simplificados, reaparece en el momento de interpretarlos, bajo los términos de un modelo más amplio, que en general no es único, especialmente en el campo social. Esto lleva a preguntarse qué herramientas, que métodos, pueden servir para confrontar las distintas interpretaciones.
Si observamos bien, estamos en un escenario ocupado por diversas expresiones (intereses, escuelas de pensamiento, teorías, doctrinas). Ese escenario fragmentado debe conciliar, para lo cual cada interpretación dispone de un volumen de argumentos que deben ser contrastados con los de las restantes interpretaciones, estando todas contestes en que debe llegarse a un acuerdo y permitir la toma de decisiones en base a los resultados obtenidos. Un resultado puede ser suspender las decisiones.
Salta a la vista que nada obliga, de acuerdo a lo descrito, a que necesariamente se tenga que acordar. Puede encontrarse objeciones de tal naturaleza que prevalezcan sobre el resto de los argumentos.
¿Cuáles pueden ser esas objeciones? Se destacan entre otras, las que cuestionan los resultados obtenidos del proceso de medición, por irrelevantes, inoportunos o no confiables.
Buscando remedio a esta situación parece recomendable que los evaluadores, en general los interesados, cada uno munido de su marco propio de referencia, intervengan activamente en la definición de los métodos y procedimientos de medición, en los cuales se tengan en cuenta las dimensiones y conceptos que cada uno tendrá en cuenta posteriormente, en el momento de evaluar los resultados.
Es decir que la medición se desarrolla entre dos conversaciones. En la primera se pactan las características del proceso de medición y en la última se compulsan los resultados, de acuerdo a los criterios convenidos. Los indicadores resultantes reciben el nombre de indicadores fronterizos, porque se ubican de tal modo que pueden ser compartidos por los distintos campos involucrados.
Este enfoque se asocia también necesariamente, a una nueva visión de la ciencia que reconoce en su formulación los factores que influyen cuando el modelo experimental cerrado, se abre y las variables internas quedan expuestas al contexto. Este es específicamente el caso de las mediciones sociales, donde no resultan aplicables ni útiles, los diseños experimentales clásicos.
Este enfoque recibe el nombre de “ciencia posnormal” o también “MODO2” de la ciencia, entendiendo por MODO1 el tradicional, que en el ámbito científico “practican casi todos, casi todo el tiempo”.
Me parece claro que en este giro epistemológico hemos llegado a un terreno donde los recursos y los métodos son políticos. En consecuencia, el problema que fue planteado inicialmente como estadístico, se ve claramente que en el caso de las estadísticas públicas es un problema político.
Si hiciera falta alguna razón particular para reforzar este encuadre ella puede ser encontrada en la naturaleza de la evaluación de impacto, que corona la cadena evaluatoria y se resuelve dentro de una “comunidad ampliada de evaluadores”. Es decir con el conjunto de los interesados, beneficiarios o actores, en determinada política, programa o proyecto.
Finalmente, como los evaluadores no son estratos sociales estrictos y definidos, sino representantes de los interesados en las consecuencias de la política bajo análisis, resulta interesante señalar que en este planteo reaparece la necesidad de perfeccionar la capacitación, la participación y la representación de los ciudadanos.
La educación estadística se convierte así en un eje de la renovación educativa que tanto necesita nuestro país. Ciudadanos preparados en la lectura y el análisis de datos, demandarán que la conversación política se alimente de referencias concretas a la medida de los problemas y en consecuencia al grado en que éstos pueden resolverse. No admitirán una mera retórica a veces voluntarista, otras veces amenazante, y casi siempre las dos cosas.
Se debe instalar una nueva forma de discurso político, que abandone los juegos retóricos, y se concentre en los hechos y en los medios para modificarlos y obtener los resultados buscados. Ese discurso debe responder preguntas como las siguientes: ¿Cuánto cuesta arreglar eso? ¿Cómo se puede pagar?  ¿Que se conseguirá con cada plan de pago? ¿Que se gana con eso?
Finalmente, es fácil observar en los debates actuales cierta tendencia a ocuparse especialmente de las desviaciones y anomalías, que se presentan durante el desarrollo de un determinado proceso, y se presta menos atención hacia donde se dirige, con qué velocidad e intensidad se mueve el flujo principal, la corriente central.
Parece que también aquí gobierna el principio de que sólo una mala noticia es noticia. De ninguna manera se puede desconocer la importancia de vigilar y auditar los procesos, con el objeto de medir también las desviaciones y tomar en cuenta su peso relativo a la hora de juzgar el movimiento general, distinguiendo los desvíos propios de la naturaleza del proceso, de aquellos atribuibles a condiciones evitables. Sobre esa base diseñó Deming el control de calidad y sería útil repasarlos.
Al cerrar quiero proponer, que dentro de la diversidad de interesantes intercambios que se producen en la sociedad, comiencen a ocupar un lugar los aspectos cuantitativos, que tienen un gran protagonismo si seguimos una marcha gradual, es decir por grados, por cantidades que se acumulan o descuentan en el tiempo, en reemplazo de ilusorios saltos cualitativos, que repentinamente nos lleven al primer mundo o a la luna. Y generalmente terminan en la lona.

29 marzo 2018

¿Qué Ley de Estadística debe darse la democracia?

Una reparación impostergable

La Democracia merece su ley de Estadística, después de más de 50 años transcurridos bajo la matriz acuñada por la dictadura, en 1968.
La democracia y la estadística son interdependientes y el desarrollo de cada una está sujeto al destino de la otra. La estadística pública solamente prospera en un clima democrático, abierto y tolerante. Pero la democracia tampoco se consuma si sufre la carencia estadística, que le impide conocerse y poner en práctica los modos razonables de argumentación que le son propios, sostenidos en la fuerza de la evidencia de los hechos más que en la enjundia de la elocuencia retórica.
“Sin información veraz y confiable los sistemas democráticos palidecen.”, dijo Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, con ocasión de la quinta reunión de la Conferencia Estadística de las Américas.
Las estadísticas desempeñan un rol significativo en la gobernabilidad ya que proveen datos clave para evaluar la rendición de cuentas y la transparencia de las decisiones públicas. Su perfeccionamiento es esencial para el buen funcionamiento de los sistemas democráticos.
La participación y el consenso deben ser los ejes institucionales del sistema estadístico. Para ello, los contenidos seleccionados deben ser relevantes para la sociedad, en cada momento histórico y tienen que servir para guiar la marcha común hacia un futuro superador de injusticias y desigualdades.

Prioridades y datos

En este momento la reducción de la pobreza es una prioridad absoluta en nuestra sociedad. Es de un orden moral sagrado terminar con urgencia con las formas espantosas de miseria que se encuentran a lo largo y lo ancho de nuestro país. Hay que rescatar a los niños de las garras del hambre, de las plagas endémicas, de una educación tan enclenque como los mismos párvulos.
Para hacerlo eficazmente se necesitan datos. Saber cuántas son las victimas del atroz flagelo de la marginación, cómo son las condiciones en que se manifiesta la indigencia y dónde se encuentra tanta desdicha.
Por otro lado, en este dualismo contradictorio, también es preciso conocer los recursos disponibles, la riqueza y los medios que se pueden movilizar. Porque la desigualdad no surge solamente de la presencia de los pobres. Hay desigualdad porque algunos, felizmente muchos, no son pobres. Y deben ser solidarios, a través de un Estado activo, responsable y transparente.
Un estado democrático debe describir claramente la situación, para explicar sus planes y demostrar los efectos de sus acciones. El sistema estadístico está, en consecuencia, en la primera línea de esta batalla, que debe librarse sin descanso y sin deserciones. El censista es el primero en llegar a muchos lugares necesitados del país. El avanza “en descubierta”, contando y registrando. Esas cuentas son el principio de cualquier estrategia de acción social integral.

Valor de la información

La información estadística es parte del patrimonio nacional, como la red de carreteras. Su valor es asimilable a las reservas de oro del país. Está formado por el aporte de todos los que contribuyen con su saber, a formar el gran fondo de conocimiento colectivo que permite tomar acciones mejor justificadas.
La estadística es una herramienta fundamental para apoyar la gestión pública basada en resultados. La información estadística sirve de apoyo a la gestión de las políticas públicas en todas sus etapas: desde la detección de las necesidades, el diseño, monitoreo y ejecución de las políticas, hasta la evaluación de sus resultados.
La democracia, con un sistema estadístico organizado, moderno y orientado a la demanda, puede alcanzar una alta efectividad en la prosecución de objetivos como los del Milenio y aventar la nostalgia por la presunta eficiencia de los modelos autoritarios, que descalifican el debate y el consenso, en aras del oportunismo y la rapidez fundamentalista.
Las estadísticas públicas de calidad, relevantes y oportunas contribuyen al bienestar social a partir de su impacto en la eficacia y eficiencia de las políticas públicas en todos los ámbitos. En definitiva, un sector público más eficaz y eficiente puede maximizar su aporte a la solución de los problemas de los ciudadanos y dar mayor solidez al funcionamiento democrático.

Organización del sistema estadístico

La organización del sistema estadístico debe expresar un fuerte compromiso democrático, que enfatice la participación y el consenso. Que se oriente a la demanda y tenga un fuerte perfil profesional.
La alta sensibilidad necesaria para reconocer el orden de prioridad de las demandas de los usuarios, requiere el funcionamiento de órganos de intercambio, evaluación y consenso que, sobre la base de una adecuada y amplia representación sectorial y federal, legitimen las decisiones que se tomen en cuanto al alcance y la oportunidad de los contenidos de planes, programas y proyectos estadísticos.
La participación en la formulación de conceptos, categorías y procedimientos de medición es una condición necesaria para la aceptación de los indicadores y su empleo en las diversas instancias de negociación en que participen los actores sociales mencionados, lo que enriquecerá sin duda, los debates y fomentará soluciones consensuadas.
Por otro lado, nuestra organización federal se expresa plenamente en materia estadística, que le ha sido reservada en la Constitución a las provincias. Para valorar debidamente la importancia del federalismo para el éxito, basta mencionar el largo período transcurrido entre el IIIer. Censo Nacional de Población de 1914 y el IV° Censo Nacional de Población de 1947, durante cuyo transcurso se multiplicaron proyectos en el Congreso, que las cuestiones políticas surgidas de las transformaciones operadas en el país hicieron naufragar uno tras otro, especialmente en el Senado.

Alfabetismo estadístico

Pero las estadísticas, como producto resultante del sistema propuesto, solamente son un factor necesario del proceso de aprendizaje. El otro es la capacidad de análisis, las habilidades para interpretar los resultados, que le otorgan significado y sentido a los valores observados. Esa capacidad, esa forma de “alfabetismo estadístico” necesario, no es un conocimiento exclusivo, especializado o esotérico. Por lo contrario, debe constituir una parte fundamental de la educación común de todos, para que cada uno pueda ejercer plenamente una ciudadanía crítica. La escuela, en todos sus niveles debe contribuir a esa formación. Y el sistema estadístico debe participar del proceso educativo a través de un centro de excelencia.
Una oferta de datos a cargo de profesionales calificados y una demanda activa y preparada para el análisis intenso de los datos, pueden conformar un círculo virtuoso, que permita el mejoramiento continuo de la base de información disponible.

La política de los grandes números

Las estadísticas oficiales incluyen trabajos que no encuentran semejanzas en el campo privado. Así, por ejemplo, los Censos no solo constituyen las mayores encuestas que se llevan a cabo en el país. Son la más grande movilización en tiempos de paz. Ese tamaño excepcional, que caracteriza a la acción pública en la producción estadística, plantea problemas que requieren una preparación especial de aquellos que deben enfrentarlos y al mismo tiempo genera serias cuestiones relacionados con la “carga estadística” y con la privacidad que debe garantizarse durante todo el proceso a los informantes.
La “carga estadística” debe ser controlada mediante la coordinación que evite la duplicación de tareas.
El Secreto Estadístico constituye la clave de bóveda de todo el sistema. Su amplio alcance y riguroso cumplimiento son imprescindibles para generar un espacio de confianza y cooperación entre los informantes y los productores.
La difusión de la información es la culminación de una larga cadena de esfuerzos y compromisos metodológicos y logísticos. Es la razón última de todo el sistema y debe estar regida por la regla de la más amplia divulgación. Esa divulgación debe asegurar la igualdad en el acceso y por lo tanto las consultas no deben ser onerosas

Conclusión

Hernán Otero denomina al período de los tres primeros censos, como la “edad del entusiasmo”. Estamos frente a un tiempo que exige una nueva “edad del entusiasmo”. La información pertinente y válida, referida a los problemas de la gente, debe proporcionar la necesaria base para la elaboración de propuestas políticas basadas en hechos y la toma de decisiones consensuadas.

05 febrero 2018

Jornada Estadística Internacional


El 31 de enero de 2017 se desarrolló en Buenos Aires, con motivo de los 50 años de creación del Instituto Nacional de Estadística y Censos, INDEC, una “Jornada Estadística Internacional”.
Durante la misma los principales responsables del sistema estadístico mundial desarrollaron en cuatro paneles exposiciones que pueden ser rotuladas como la conferencia inaugural: “Enseñanzas para una nueva ley estadística”.
Durante los últimos años se ha observado un fuerte desarrollo, por parte de las distintas organizaciones internacionales, de métodos y modelos de organización institucional y de mejora de procesos para la producción de las estadísticas públicas. Esos avances aparecen sintetizados en un conjunto de documentos entre los cuales cabe mencionar el titulado “Generic Law of Statistical System”.
Esos avances son de gran utilidad y valor ya que señalan con claridad componentes que deben ser necesariamente incluidos en un diseño moderno, compatible con los estándares mundiales en uso.
Si tuviéramos que sintetizar en grado extremo las ideas fuerza que articulan los esquemas propuestos, podríamos elegir dos palabras: independencia y profesionalismo.
Ésas ideas expresan la importancia de mantener los procesos de medición estadística libre de influencias intencionales de los factores de poder y al mismo tiempo asegurar que en esos procesos se pondrá en práctica el mejor conocimiento disponible.
*****
La pregunta que surge de inmediato es: ¿ese enfoque es también suficiente, además de necesario? Dicho de otra manera, ¿el sistema configurado incluye todos los componentes que intervienen en el proceso de producción de las estadísticas públicas?
Para identificar la posible ausencia de algún factor, es conveniente volver a observar los que aparecen claramente incorporados y resumidos en los dos conceptos de independencia y profesionalismo.
Frecuentemente la independencia se identifica con la capacidad de la organización estadística de resistir la injerencia política, casi exclusivamente. No se pone la lupa sobre las eventuales maniobras de otros factores de poder.
Es conveniente detenerse en las relaciones entre la política y las estadísticas públicas. Se hace evidente a poco andar en esa relación el fuerte vínculo y la inevitable interacción que debe existir entre ellas. La base de esa relación es la dependencia burocrática que las vincula.
Por otro lado, hay una necesidad mutua, considerando que la finalidad de las estadísticas públicas es ser utilizadas en el proceso de definición y evaluación de las políticas. Hay una demanda, originada en la política y en sus objetivos, y una oferta, producida por la organización estadística. Ambas deben articularse en una agenda de resultados y un presupuesto de recursos, que expresan el balance entre los requerimientos y los productos obtenidos.
Usuarios y productores, demanda y oferta, son los factores dinámicos que determinan la actividad del sistema estadístico y su adecuada configuración.
En ese sentido las recomendaciones y diseños propuestos, pueden entenderse usando la metáfora que utilizó J. A.  Mejía en la jornada de Buenos Aires. El señaló que los aspectos organizativos y de procesos son como el hardware del sistema. Parece necesario agregar a esto el sistema operativo, que deja disponible para su uso el equipamiento elegido.
¿Qué más es necesario? ¿Cuál es ese faltante local que no puede ser incluido en un diseño estándar, o genérico como se denomina en la terminología en uso sobre administración estadística?
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Para interpretar esa situación nada mejor que volver a considerar el singular período por el que atravesó el sistema estadístico argentino, entre 2007 y 2015. ¿Acaso es posible pensar el diseño del sistema, sin tener en cuenta esos acontecimientos? ¿Por ejemplo, ¿alcanza poner el énfasis de manera excluyente en la independencia y el profesionalismo, como si eso sólo, por sí mismo, pudiera evitar la repetición de los abusos sufridos?
Porque mientras no se redefina independencia y se la siga interpretando como mera defensa contra la mala política, no habrá lugar para la sana interacción entre la estadística y la buena política.
La efectividad del aislamiento, el “efecto muralla china” puede evitar la injerencia, pero también impide el libre intercambio con amigos y aliados de la “buena política”, que en un clima de confianza debe impulsar el mejoramiento y desarrollo de la información estadística.
Tampoco servirá que se entienda por profesionalismo sólo la capacidad técnica pretendiendo que por sí constituya un blindaje. Está claro que un profesional, en cualquier disciplina, está obligado a emplear las mejores prácticas disponibles, por lo cual estará sujeto al juicio de quienes están calificados para ello, como son sus otros pares en la materia.
Pero no termina ahí su responsabilidad profesional. También deberá responder por un conjunto de valores éticos que configuran precisamente su perfil profesional. Ésa trama de valores, que atraviesa en muchos casos las decisiones que toma durante el desarrollo de su práctica, deberá ser analizado, evaluado y eventualmente penalizado por tribunales éticos que deben dilucidar si se ha incurrido en alguna falta.
Nada de eso se dice de manera específica, aunque se sobrentiende que es un factor que se supone existente en el ámbito en el cual tomen cuerpo las recomendaciones de carácter estándar o general. No se dice en la versión estándar porque son factores propios de cada lugar y de cada momento histórico. Constituyen la idiosincrasia nacional, que configura el contexto general de la actividad, tanto público como privado.
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Un país como el nuestro que ha sufrido un agravio tan grande, resulta sospechoso de presentar alguna anomalía que ha hecho posible que ocurrieran esos hechos. Si no existiera una condición particular, ¿cómo se puede entender que una sociedad que aparentemente funciona bajo un régimen de elecciones libres puede haber tolerado la destrucción del sistema que proporciona las señales para conducir al gobierno y registrar los resultados donde lleva su política?
La existencia de dicha anomalía, la cual no pudo ser ni prevenida ni corregida por el antiguo régimen, implica la necesidad de buscar cuál fue la falla, que permitió que el sistema fuera pervertido.
Esa identificación resulta bastante inmediata. Basta considerar solamente dos aspectos de la ley de creación del INDEC.
En primer lugar, se encuentra que originalmente el INDEC integraba lo que se identificaba como Sistema Nacional de Planeamiento, al cual se relacionaba por su dependencia del CONADE (Consejo Nacional de Desarrollo). De ese Consejo emanaban las directivas sobre el contenido de los planes y programas del SEN (Sistema Estadístico Nacional).
Al subsistir como un organismo residual el INDEC derivó por diversas dependencias del Poder Ejecutivo, recalando en la actualidad como un órgano de tercer nivel en el Ministerio de Hacienda de la Nación. Esa ubicación resulta a todas luces la menos indicada en términos de independencia, habida cuenta de la naturaleza de los indicadores que elabora el Instituto, como los diversos índices de precios, así como los indicadores de actividad económica, entre ellos el producto bruto interno.
Podrá argumentarse que si se le atribuye autarquía al INDEC esos riesgos se verán reducidos. Sin embargo, no se puede desconocer la diversidad de recursos que tiene el orden burocrático para penetrar en las dependencias e influir en su desempeño.
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Queda así planteada la necesidad de establecer un sistema de pesos y contrapesos que proporcionen formas dinámicas de interactuar con los poderes, sin resignar las exigencias de las buenas prácticas ni los comportamientos éticos que implican un auténtico profesionalismo responsable.
El profesionalismo responsable significa que el proceder de un integrante está sujeto a la vigilancia, pero también cuenta con el apoyo y la protección, del régimen profesional al cual pertenece, y en consecuencia cualquier intento de atropello sobre uno solo significa el desconocimiento del régimen al cual ajusta su conducta.
Si el país aspira a avanzar en el camino de mejores estadísticas que sirvan para la aplicación de políticas basadas en la evidencia, deberá salir del encuadre reduccionista con el que hasta ahora se piensa el sistema estadístico. Tendrá que reconocer que dicho sistema es mucho más que la agregación del INDEC, las direcciones estadísticas de las provincias, las oficinas estadísticas de los Ministerios y otras, en el servicio estadístico público.
La cultura es la información transmitida por aprendizaje social. Como una parte destacada de la cultura, el sistema estadístico debe incluir, por ejemplo, la comunidad de usuarios, el Poder Legislativo, los medios de comunicación y, sobre todo, una acción educativa que sirva al desarrollo de la cultura estadística de la ciudadanía.

Buenos Aires, febrero 5 de 2018

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