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05 febrero 2018

Jornada Estadística Internacional


El 31 de enero de 2017 se desarrolló en Buenos Aires, con motivo de los 50 años de creación del Instituto Nacional de Estadística y Censos, INDEC, una “Jornada Estadística Internacional”.
Durante la misma los principales responsables del sistema estadístico mundial desarrollaron en cuatro paneles exposiciones que pueden ser rotuladas como la conferencia inaugural: “Enseñanzas para una nueva ley estadística”.
Durante los últimos años se ha observado un fuerte desarrollo, por parte de las distintas organizaciones internacionales, de métodos y modelos de organización institucional y de mejora de procesos para la producción de las estadísticas públicas. Esos avances aparecen sintetizados en un conjunto de documentos entre los cuales cabe mencionar el titulado “Generic Law of Statistical System”.
Esos avances son de gran utilidad y valor ya que señalan con claridad componentes que deben ser necesariamente incluidos en un diseño moderno, compatible con los estándares mundiales en uso.
Si tuviéramos que sintetizar en grado extremo las ideas fuerza que articulan los esquemas propuestos, podríamos elegir dos palabras: independencia y profesionalismo.
Ésas ideas expresan la importancia de mantener los procesos de medición estadística libre de influencias intencionales de los factores de poder y al mismo tiempo asegurar que en esos procesos se pondrá en práctica el mejor conocimiento disponible.
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La pregunta que surge de inmediato es: ¿ese enfoque es también suficiente, además de necesario? Dicho de otra manera, ¿el sistema configurado incluye todos los componentes que intervienen en el proceso de producción de las estadísticas públicas?
Para identificar la posible ausencia de algún factor, es conveniente volver a observar los que aparecen claramente incorporados y resumidos en los dos conceptos de independencia y profesionalismo.
Frecuentemente la independencia se identifica con la capacidad de la organización estadística de resistir la injerencia política, casi exclusivamente. No se pone la lupa sobre las eventuales maniobras de otros factores de poder.
Es conveniente detenerse en las relaciones entre la política y las estadísticas públicas. Se hace evidente a poco andar en esa relación el fuerte vínculo y la inevitable interacción que debe existir entre ellas. La base de esa relación es la dependencia burocrática que las vincula.
Por otro lado, hay una necesidad mutua, considerando que la finalidad de las estadísticas públicas es ser utilizadas en el proceso de definición y evaluación de las políticas. Hay una demanda, originada en la política y en sus objetivos, y una oferta, producida por la organización estadística. Ambas deben articularse en una agenda de resultados y un presupuesto de recursos, que expresan el balance entre los requerimientos y los productos obtenidos.
Usuarios y productores, demanda y oferta, son los factores dinámicos que determinan la actividad del sistema estadístico y su adecuada configuración.
En ese sentido las recomendaciones y diseños propuestos, pueden entenderse usando la metáfora que utilizó J. A.  Mejía en la jornada de Buenos Aires. El señaló que los aspectos organizativos y de procesos son como el hardware del sistema. Parece necesario agregar a esto el sistema operativo, que deja disponible para su uso el equipamiento elegido.
¿Qué más es necesario? ¿Cuál es ese faltante local que no puede ser incluido en un diseño estándar, o genérico como se denomina en la terminología en uso sobre administración estadística?
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Para interpretar esa situación nada mejor que volver a considerar el singular período por el que atravesó el sistema estadístico argentino, entre 2007 y 2015. ¿Acaso es posible pensar el diseño del sistema, sin tener en cuenta esos acontecimientos? ¿Por ejemplo, ¿alcanza poner el énfasis de manera excluyente en la independencia y el profesionalismo, como si eso sólo, por sí mismo, pudiera evitar la repetición de los abusos sufridos?
Porque mientras no se redefina independencia y se la siga interpretando como mera defensa contra la mala política, no habrá lugar para la sana interacción entre la estadística y la buena política.
La efectividad del aislamiento, el “efecto muralla china” puede evitar la injerencia, pero también impide el libre intercambio con amigos y aliados de la “buena política”, que en un clima de confianza debe impulsar el mejoramiento y desarrollo de la información estadística.
Tampoco servirá que se entienda por profesionalismo sólo la capacidad técnica pretendiendo que por sí constituya un blindaje. Está claro que un profesional, en cualquier disciplina, está obligado a emplear las mejores prácticas disponibles, por lo cual estará sujeto al juicio de quienes están calificados para ello, como son sus otros pares en la materia.
Pero no termina ahí su responsabilidad profesional. También deberá responder por un conjunto de valores éticos que configuran precisamente su perfil profesional. Ésa trama de valores, que atraviesa en muchos casos las decisiones que toma durante el desarrollo de su práctica, deberá ser analizado, evaluado y eventualmente penalizado por tribunales éticos que deben dilucidar si se ha incurrido en alguna falta.
Nada de eso se dice de manera específica, aunque se sobrentiende que es un factor que se supone existente en el ámbito en el cual tomen cuerpo las recomendaciones de carácter estándar o general. No se dice en la versión estándar porque son factores propios de cada lugar y de cada momento histórico. Constituyen la idiosincrasia nacional, que configura el contexto general de la actividad, tanto público como privado.
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Un país como el nuestro que ha sufrido un agravio tan grande, resulta sospechoso de presentar alguna anomalía que ha hecho posible que ocurrieran esos hechos. Si no existiera una condición particular, ¿cómo se puede entender que una sociedad que aparentemente funciona bajo un régimen de elecciones libres puede haber tolerado la destrucción del sistema que proporciona las señales para conducir al gobierno y registrar los resultados donde lleva su política?
La existencia de dicha anomalía, la cual no pudo ser ni prevenida ni corregida por el antiguo régimen, implica la necesidad de buscar cuál fue la falla, que permitió que el sistema fuera pervertido.
Esa identificación resulta bastante inmediata. Basta considerar solamente dos aspectos de la ley de creación del INDEC.
En primer lugar, se encuentra que originalmente el INDEC integraba lo que se identificaba como Sistema Nacional de Planeamiento, al cual se relacionaba por su dependencia del CONADE (Consejo Nacional de Desarrollo). De ese Consejo emanaban las directivas sobre el contenido de los planes y programas del SEN (Sistema Estadístico Nacional).
Al subsistir como un organismo residual el INDEC derivó por diversas dependencias del Poder Ejecutivo, recalando en la actualidad como un órgano de tercer nivel en el Ministerio de Hacienda de la Nación. Esa ubicación resulta a todas luces la menos indicada en términos de independencia, habida cuenta de la naturaleza de los indicadores que elabora el Instituto, como los diversos índices de precios, así como los indicadores de actividad económica, entre ellos el producto bruto interno.
Podrá argumentarse que si se le atribuye autarquía al INDEC esos riesgos se verán reducidos. Sin embargo, no se puede desconocer la diversidad de recursos que tiene el orden burocrático para penetrar en las dependencias e influir en su desempeño.
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Queda así planteada la necesidad de establecer un sistema de pesos y contrapesos que proporcionen formas dinámicas de interactuar con los poderes, sin resignar las exigencias de las buenas prácticas ni los comportamientos éticos que implican un auténtico profesionalismo responsable.
El profesionalismo responsable significa que el proceder de un integrante está sujeto a la vigilancia, pero también cuenta con el apoyo y la protección, del régimen profesional al cual pertenece, y en consecuencia cualquier intento de atropello sobre uno solo significa el desconocimiento del régimen al cual ajusta su conducta.
Si el país aspira a avanzar en el camino de mejores estadísticas que sirvan para la aplicación de políticas basadas en la evidencia, deberá salir del encuadre reduccionista con el que hasta ahora se piensa el sistema estadístico. Tendrá que reconocer que dicho sistema es mucho más que la agregación del INDEC, las direcciones estadísticas de las provincias, las oficinas estadísticas de los Ministerios y otras, en el servicio estadístico público.
La cultura es la información transmitida por aprendizaje social. Como una parte destacada de la cultura, el sistema estadístico debe incluir, por ejemplo, la comunidad de usuarios, el Poder Legislativo, los medios de comunicación y, sobre todo, una acción educativa que sirva al desarrollo de la cultura estadística de la ciudadanía.

Buenos Aires, febrero 5 de 2018

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