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22 julio 2010

27 DE JULIO: DIA DEL ESTADISTICO

27 DE JULIO: DIA DEL ESTADISTICO

Hugo Oscar Ambrosi

hambrosi@gmail.com

 

Otra vez nos amenaza el pensamiento desordenado

que se expresa en un tono y un fondo de crispación.

 

«Aquel a quien los dioses quieren destruir,

primero lo vuelven loco.»

Un poco pasada la mitad del año, hacia fines de julio, celebramos el Día del Estadístico, como homenaje a Carlos Dieulefait, nacido el 27 de julio de 1901 y fundador de la carrera de Estadístico Matemático, en la Universidad del Litoral en el año 1948.

En este año del Bicentenario, llegamos a esa fecha en medio de días muy agitados. Desde enero de 2007, las Estadísticas Oficiales, atraviesan una época oscura, caracterizada por el avasallamiento de las instituciones y el desconocimiento de la independencia profesional. En esas condiciones, el aniversario no puede ser celebratorio, sino que debe ser testimonial.

Todo saber incorpora un compromiso, ético y social, en defensa de valores y esperanzas que la sociedad deposita en los practicantes de esas artes. En cada campo: salud, educación, derecho, estadística, ingeniería, el pueblo confía en sus campeones. En aquellos que llevan adelante el combate, sosteniendo en alto la insignia de todos: la verdad.

Los Estadísticos estamos en medio del más fragoroso conflicto jamás producido en nuestro campo, que supera cualquier otro episodio histórico que se recuerde. Es un trance que sacude todo el andamiaje de nuestro pensamiento y acción. El desafío nos impone salir a campo abierto, abandonando el seguro refugio de gabinetes, laboratorios o bibliotecas, y abrirnos a la gente, haciéndonos cargo de lo que pasa, advirtiendo sobre los daños y perjuicios resultantes y sobre todo, devolviendo la esperanza.

Debemos forzar nuestro lenguaje, habituado a expresarse en charlas de cofradía, para que tenga sentido y significado para la gente común. Los sutiles y complejos encadenamientos algebraicos se tienen que convertir en expresiones que tengan significado en la vida de las personas, más que en el mundo surrealista de las matemáticas.

Algo nuevo y mejor surgirá después de este doloroso parto. En el Congreso se trabaja y discuten los contenidos de una nueva Ley de Estadística. Aunque a los proyectos les falte mucho para constituirse en garantía y plan de acción, en camino hacia el futuro, constituyen los primeros pasos, de una marcha que sin duda, será larga y azarosa.

El servicio a prestar exige superar un ambiente mediocre, oscuro y reaccionario, evitando despeñarse en un primitivismo radical y sectario.    

Pero no solo se trata de cierto novedoso activismo, en el que tenemos que participar. También nuestra disciplina se encuentra en una especie de Renacimiento, después de décadas de ensimismamiento. La mirada se ha vuelto a los datos, abandonando la contemplación arrobada de los teoremas. Pero también se abandona la creencia fundamentalista, de que los datos siempre contienen la respuesta.

Por una de esas coincidencias que escapan a nuestra lógica lineal, el 26 de julio se recuerda la muerte de John Tukey, un gigante de la estadística, responsable en gran medida del nuevo rostro que ésta ha comenzado a mostrar, en las últimas décadas.

Resulta oportuno mencionar un extraordinario documento que el publicó en 1986, bajo el titulo de "Sunset Salvo" (Salva al atardecer). Son 5 páginas que resumen 4 décadas de protagonismo central en la práctica y la teoría estadística y al mismo tiempo se proyectan hacia el futuro, anticipando las circunstancias de hoy, un cuarto de siglo después.

Si tuviéramos que resumir sus ideas en ese testamento estadístico, podríamos decir que es un alegato contra la soberbia, la "hybris" que castigaban los dioses, como se refleja en la frase:

"Dadme los datos (o mas probablemente, "dénselos a mi asistente"), ¡y yo les diré cual es la respuesta real!" 

En lugar de eso propone una convocatoria a la humilde disposición a cooperar con la gente que tiene problemas, para que puedan hacer mejor uso de los datos para resolverlos.

Me gustaría agregar a esas recomendaciones, la denuncia de otra amenaza que se manifiesta en nuestros tiempos.

Proviene de la manipulación y de la obediencia intelectual impuesta desde el poder, para que nuestro trabajo sirva a intereses ajenos a la verdad, destruyendo la búsqueda del conocimiento y quebrando moralmente a quienes se resisten.

Si no lo logran, la persecución y el escarnio irán tras de quienes se sienten sujetos por la ética de una vocación.

¡Vaya por ellos nuestra Salva al Atardecer, aquí y ahora!   

 

 

 

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