Seguramente -me digo cuando busco soluciones- la tranquilidad es de los pocos derechos que aún podemos ejercer con calma, porque nos basta con no perder los nervios y cerrar los ojos y quedarnos con nosotros mismos y pensar, por ejemplo, en el tranquilo anarquismo de Spencer. Pero, bueno, quizás haríamos bien en no estar buscando tantas soluciones al mundo ni preocuparnos tanto y tanto por la verdad y sí, en cambio, buscar aquella verdad con la que, aun no siendo perfecta, al menos podamos vivir. Y es que quizás sea cierto que, como decía la vagabunda de la leyenda, todavía hay una gran diferencia entre tratar de sorber todo el océano o beber de los arroyos.
Le preguntaron un día a Borges si pensaba seriamente que el Estado que proponía Spencer era factible.
-Por supuesto. Pero eso sí, es cuestión de esperar doscientos o trescientos años.
-¿Y mientras tanto?
-Mientras tanto, jodernos.
Es duro, pero esta es una de esas verdades con la que precisamente podemos vivir.