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24 abril 2025

Hace mucho que los viejos no éramos protagonistas



Hugo Oscar Ambrosi
Abrïl 2025
Hace mucho que los viejos no éramos protagonistas como hoy.
Porque ahora resulta que costamos mucho, la sombra de Malthus nos quiere acorralar. Como dijo un presidente tenemos la pretensión de seguir viviendo y eso resulta caro.
Caro para quién? Acaso no hubo viejos también en otras épocas, en otros tiempos?
Cuando el arado a mancera era arrastrado por bueyes o caballos, cuando las bolsas de cereales eran cargadas a espaldas de estibadores, cuando los quebrachos eran talados a golpes de hacha. Cuando el esfuerzo humano, el sudor del hombre era necesario para vivir, los viejos estaban ahí cinchándola o haciendo el aguante. Porque todos tenían claro un principio que mi abuelo Pascual resumió en una frase que dijo a mi Nona, cuando criaban a sus hijos:
"Eugenia, dos padres pueden criar a seis hijos, pero seis hijos no puede mantener a dos padres"
Más de un siglo después nuestra sociedad está a un paso de reconocer la verdad de esa frase. Será posible que todavía tenga vigencia cuando el mundo ha multiplicado su potencia productiva, cuando las máquinas multiplican el poder de los brazos del hombre, cuando apuntamos a Marte con vocación de colonos, cuando la ambición humana parece que no tiene techo?
Pero tenemos dificultades para permitirles a los viejos seguir viviendo. Una vida digna, recibiendo el respeto y el estipendio que les brinde acceso a tantos bienes que ofrece hoy la sociedad? Por qué con total indiferencia aceptamos el monto miserable que lleva el pomposo nombre de jubilación mínima?
Por qué hemos delegado en una burocracia insensible el cuidado de nuestros viejos? Por qué nos desentendemos de juzgar el fracaso de las propuestas fantasiosas con las que han pretendido encubrir su incapacidad egoísta?
Cómo creen que se pueden sentir, en los años altos de la vida, al ver postergados sus derechos, o si prefieren un término más específico, al verles negados los medios para vivir la vida digna que merece?
Porque hoy no podríamos vivir como hoy lo hacemos si no fuera por esos viejos, que como mi abuelo Pascual, pasaron jornadas de sol a sol detrás del arado, aquellos sacrificados estibadores que cargaban la riqueza del campo argentino a hombro, o fueron maestros, médicos, ingenieros, qué hicieron el país que tenemos, junto a otros miles y millones que se ocuparon de todas las tareas que requiere la vida en sociedad, desde las más humildes a las más encumbradas.
En esta época de malabarismo financiero, qué retorno les da la vida invertida en hacer este país? Por qué no tienen derecho a un reparto más justo, si aportaron la estructura material y la imponderable riqueza cultural que supo tener la Argentina?
Un intento valioso para medir el efecto de la ignorancia y las privaciones, en la moneda más valiosa qué es la vida humana, se está haciendo en el Institute for health metrics and evaluation de la Universidad de Washington. En sus trabajos se demuestra la pérdida que en la esperanza de vida producen las fallas en la educación, en el cuidado de la salud, en las condiciones de vida, en los ingresos insuficientes. Los cálculos para Argentina revelan una pérdida de casi 10 años de vida, por obra de las diversas discapacidades que afectan a través de la vida y concluyen acortándola. El grupo de edad que más contribuye a la pérdida de años de vida por discapacidades significativas o enfermedades crónicas es, en general, el de personas mayores de 65 años.En Argentina, aunque las personas de más de 65 años son aproximadamente el 12% , contribuyen con el 30% de los años vividos con discapacidad. De esa manera se reduce la esperanza de vida en 2 años y medio para los hombres y en 4 años y medio para las mujeres, debido a la mayor esperanza de vida total que tienen. La proporción atribuible a causas sociales económicas y ambientales es del 30 al 40%. La pobreza, los malos servicios de salud, la falta de educación, el hacinamiento potencian enfermedades y abrevian la vida saludable.
Por qué se pierde, se deshilacha, se disuelve, la justa y necesaria ligazón solidaria entre generaciones?. Entre el pasado, el presente y el futuro es necesario que fluya la energía que alimente el crecimiento y el desarrollo de un gran país.
Si por un presente con estrechez, postergamos a los viejos y a los niños, solo aseguramos que la estrechez perdure y se multiplique. Hemos visto ya que, cuando no hay memoria ni esperanza, poco vale lo que pasa en la sociedad. Sus cimientos están en peligro.
No es un problema técnico. No hay una solución actuarial. Esencialmente es una cuestión moral. Sentimos vivo el compromiso con los abuelos y con los hijos? A qué estamos dispuestos para demostrarlo?
No vale mirar para otro lado. No sirve que los mandatarios que hemos elegido no hayan cumplido con sus promesas.
Cuando la infancia de hoy vea los resultados de la escuela que les ofrecimos, muy posiblemente renieguen de nosotros y no les importe tampoco hacernos justicia. Porque tal vez no lo merezcamos.
Para terminar, me parece oportuno recordar una lectura hecha en la querida escuela que me tocó disfrutar.
El asunto era que el abuelo temblaba y en consecuencia se le rompían a veces los platos de fina porcelana. Entonces su hijo le proporcionó platos de madera.
Una tarde el nieto estaba trabajando con un trozo de madera. El padre le preguntó qué estás haciendo? Respondió preparando un plato para cuando tú seas viejo.
Si seguimos repitiendo nuestra indiferencia seguiremos repitiendo nuestros males y dolores.

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