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14 junio 2017

Sobre la educación o el diálogo entre el maestro y los alumnos



La Escuela se encuentra sobre el eje enseñanza-aprendizaje. O, dicho de otra manera, es el lugar del diálogo entre el maestro y los alumnos.
La enseñanza puede referirse a la transmisión y critica de los conocimientos disponibles o a la adquisición de instrumentos adecuados para el descubrimiento de nuevos conocimientos. Según sea el énfasis el proceso será más conservador o más innovador.
Al mismo tiempo, según donde se ponga el punto de equilibrio, recibirá mayor atención lo que tenga que decir, contar, transmitir el maestro, o bien el trabajo, la actividad, que tengan que hacer los alumnos.
Esa distribución de funciones también plantea la diferencia entre el protagonismo del maestro y la forma social con la que los alumnos participan. Esa asimetría se fortalece también, o mejor dicho cambia, según sean los recursos disponibles.
En tiempos de la transmisión verbal de los conocimientos, el maestro tenía una gran preeminencia que conservaba siempre, dando lugar a un vínculo entre generaciones que otorgaba gran importancia a la experiencia. El libro comenzó a cambiar esa dependencia de la narración verbal y fueron posibles la enseñanza y el aprendizaje asincrónicos. 
Actualmente, tanto docentes como alumnos pertenecen a diversas redes, a través de las cuales reciben diversos tipos de información. Si a esto se le agrega el gran desarrollo de los aspectos visuales en las comunicaciones, nos encontramos en un escenario desafiante, que demanda nuevos medios que permitan asimilar e interpretar la corriente de novedades.
Esta fragmentación de la experiencia, que trasciende las paredes del aula y aún las del mismo sistema educativo, señala la urgencia de dotar a los alumnos, lo más temprano posible, de herramientas que le permitan administrar por sí mismo la abundante riqueza de estímulos que le llegan por diversos medios, y de criterios de interpretación y de valoración de los mismos.
En primer lugar, resulta evidente que el proceso de actualización a través de las distintas redes, es simultáneo, multidimensional y multimedial. En ese contexto, el lenguaje continuo, lineal, central en la estructura del libro, no basta para expresar los hechos. La televisión primero (uno a muchos) y ahora los teléfonos celulares (muchos a uno / uno a muchos) han convertido la imagen, lo visual, en el eje central de las comunicaciones.
Es necesario entonces el desarrollo de habilidades en un medio caracterizado por el acceso distribuido (cada uno accede a lo que quiere cuando quiere) a una oferta ampliamente diversificada en términos de formato.
A este hecho debe sumarse la necesidad de conservar la capacidad operativa que requiere la misma tecnología. Podríamos decir que la dimensión analógica que aparece como forma de comunicar la complejidad, de ninguna manera excluye la disciplina analítica del mundo digital. La atención oscila entre las relaciones entre conjuntos y las correspondientes a los elementos constituyentes de los mismos.
La estadística que reconoce antecedentes ya desde la antigüedad, en la forma de diversos recuentos o censos, desde el siglo XVIII ha seguido un desarrollo paulatino que a partir del siglo XX la convertido en una componente característica de nuestra época.
El desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones han sido las bases de una transformación muy profunda de la estadística. En primer lugar ha pasado de desenvolverse en un ambiente de escasez a desembarcar en otro de abundancia, que aportan sus propios problemas a los ya conocidos.
La estadística se ha ocupado desde siempre de las características y el comportamiento de los conjuntos. Desde el principio se ha ocupado de definir característica de los conjuntos, de la que se vale para describirlos y al mismo tiempo calificar a los elementos individuales componentes.
El procesamiento de datos ha permitido hacer esto con rapidez y eficacia. Los promedios, medidas de posición, de dispersión y concentración, las correlaciones, se obtienen fácilmente desde una planilla de cálculo.
Sin embargo, el mayor avance, el que incorpora un lenguaje nuevo a la comunicación social, es la capacidad de convertir la información digital, numérica, en una gran diversidad de formas gráficas.
De esa manera, los conjuntos de datos se hacen visibles y en consecuencia resulta posible su cotejo, comparación y clasificación, mediante el solo recurso de la forma que los expresa.
Detrás de un gráfico estadístico hay una gran máquina y muchos sofisticados procedimientos que son transparentes para el que observa el resultado. Esto quiere decir que mientras durante mucho tiempo nos hemos preparado para hacer funcionar esa máquina y para diseñar nuevos procedimientos, hoy surge una nueva demanda que es ni más ni menos que la de ampliar la capacidad de lectura a ese repertorio de nuevos símbolos, que estamos en condiciones de producir. Preparar lectores para un nuevo lenguaje.
Esta situación parece encarnar muy claramente el pensamiento que expusieron H. G. Wells a comienzos del siglo XX y S.Wilks en 1950 cuando, usando las palabras de este último, anunciaron: “Llegará el día en que saber estadística será tan importante como leer y escribir para el ejercicio de la ciudadanía”
Resulta también muy importante señalar, que ese cambio de paradigma se completa mediante la capacidad de simular los comportamientos azarosos, mediante la selección de un gran número de muestras. Esto permite verificar experimentalmente, el origen de la incertidumbre de los procesos naturales y sociales, aceptando la presencia constante del riesgo en nuestras decisiones.
Con esas dos herramientas: la visualización de información y la experimentación simulada, se puede pensar en otra secuencia de aprendizaje. Ambas cosas se pueden hacer sin mayores exigencias previas, sin mayores cálculos. Como se adquiere el manejo de una tablet o de un teléfono celular.  O el manejo de un auto, sin penetrar en las cuestiones de ingeniería que lo hacen posible.
Ese paso es fundamental, porque permite poner en práctica, muy temprano, el intercambio de información con otros y con el ambiente, natural y social. Se ponen las bases de una cultura de la evidencia, de las hipótesis y de la incertidumbre, que debe acompañar a lo largo de la vida.
Otro eje es el de la recolección de datos. Las distintas materias provocaran diferentes desafíos para reunir datos de interés. Y esa experiencia de contacto con la realidad y con el proceso de medir, tiene un gran potencial formativo. Recordemos que la teoría de los errores de medición es una las fuentes originales de la estadística.
Los tres ejes mencionados: visualización, simulación y medición, constituyen una guía para la incorporación del proceso de “alfabetización estadística”, en la organización de la educación sistemática, en sus distintos niveles.
Buenos Aires, junio 14 de 2017




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