La Escuela se encuentra sobre el eje enseñanza-aprendizaje. O,
dicho de otra manera, es el lugar del diálogo entre el maestro y los alumnos.
La enseñanza puede referirse a la transmisión y critica de
los conocimientos disponibles o a la adquisición de instrumentos adecuados para
el descubrimiento de nuevos conocimientos. Según sea el énfasis el proceso será
más conservador o más innovador.
Al mismo tiempo, según donde se ponga el punto de
equilibrio, recibirá mayor atención lo que tenga que decir, contar, transmitir
el maestro, o bien el trabajo, la actividad, que tengan que hacer los alumnos.
Esa distribución de funciones también plantea la diferencia
entre el protagonismo del maestro y la forma social con la que los alumnos
participan. Esa asimetría se fortalece también, o mejor dicho cambia, según
sean los recursos disponibles.
En tiempos de la transmisión verbal de los conocimientos, el
maestro tenía una gran preeminencia que conservaba siempre, dando lugar a un
vínculo entre generaciones que otorgaba gran importancia a la experiencia. El
libro comenzó a cambiar esa dependencia de la narración verbal y fueron
posibles la enseñanza y el aprendizaje asincrónicos.
Actualmente, tanto docentes como alumnos pertenecen a
diversas redes, a través de las cuales reciben diversos tipos de información.
Si a esto se le agrega el gran desarrollo de los aspectos visuales en las
comunicaciones, nos encontramos en un escenario desafiante, que demanda nuevos
medios que permitan asimilar e interpretar la corriente de novedades.
Esta fragmentación de la experiencia, que trasciende las paredes
del aula y aún las del mismo sistema educativo, señala la urgencia de dotar a
los alumnos, lo más temprano posible, de herramientas que le permitan
administrar por sí mismo la abundante riqueza de estímulos que le llegan por
diversos medios, y de criterios de interpretación y de valoración de los
mismos.
En primer lugar, resulta evidente que el proceso de
actualización a través de las distintas redes, es simultáneo, multidimensional
y multimedial. En ese contexto, el lenguaje continuo, lineal, central en la
estructura del libro, no basta para expresar los hechos. La televisión primero
(uno a muchos) y ahora los teléfonos celulares (muchos a uno / uno a muchos) han
convertido la imagen, lo visual, en el eje central de las comunicaciones.
Es necesario entonces el desarrollo de habilidades en un
medio caracterizado por el acceso distribuido (cada uno accede a lo que quiere
cuando quiere) a una oferta ampliamente diversificada en términos de formato.
A este hecho debe sumarse la necesidad de conservar la capacidad
operativa que requiere la misma tecnología. Podríamos decir que la dimensión
analógica que aparece como forma de comunicar la complejidad, de ninguna manera
excluye la disciplina analítica del mundo digital. La atención oscila entre las
relaciones entre conjuntos y las correspondientes a los elementos
constituyentes de los mismos.
La estadística que reconoce antecedentes ya desde la
antigüedad, en la forma de diversos recuentos o censos, desde el siglo XVIII ha
seguido un desarrollo paulatino que a partir del siglo XX la convertido en una
componente característica de nuestra época.
El desarrollo de las tecnologías de la información y las
comunicaciones han sido las bases de una transformación muy profunda de la
estadística. En primer lugar ha pasado de desenvolverse en un ambiente de
escasez a desembarcar en otro de abundancia, que aportan sus propios problemas
a los ya conocidos.
La estadística se ha ocupado desde siempre de las
características y el comportamiento de los conjuntos. Desde el principio se ha
ocupado de definir característica de los conjuntos, de la que se vale para
describirlos y al mismo tiempo calificar a los elementos individuales
componentes.
El procesamiento de datos ha permitido hacer esto con
rapidez y eficacia. Los promedios, medidas de posición, de dispersión y
concentración, las correlaciones, se obtienen fácilmente desde una planilla de
cálculo.
Sin embargo, el mayor avance, el que incorpora un lenguaje
nuevo a la comunicación social, es la capacidad de convertir la información
digital, numérica, en una gran diversidad de formas gráficas.
De esa manera, los conjuntos de datos se hacen visibles y en
consecuencia resulta posible su cotejo, comparación y clasificación, mediante
el solo recurso de la forma que los expresa.
Detrás de un gráfico estadístico hay una gran máquina y
muchos sofisticados procedimientos que son transparentes para el que observa el
resultado. Esto quiere decir que mientras durante mucho tiempo nos hemos
preparado para hacer funcionar esa máquina y para diseñar nuevos
procedimientos, hoy surge una nueva demanda que es ni más ni menos que la de
ampliar la capacidad de lectura a ese repertorio de nuevos símbolos, que
estamos en condiciones de producir. Preparar lectores para un nuevo lenguaje.
Esta situación parece encarnar muy claramente el pensamiento
que expusieron H. G. Wells a comienzos del siglo XX y S.Wilks en 1950 cuando,
usando las palabras de este último, anunciaron: “Llegará el día en que saber
estadística será tan importante como leer y escribir para el ejercicio de la
ciudadanía”
Resulta también muy importante señalar, que ese cambio de
paradigma se completa mediante la capacidad de simular los comportamientos
azarosos, mediante la selección de un gran número de muestras. Esto permite
verificar experimentalmente, el origen de la incertidumbre de los procesos
naturales y sociales, aceptando la presencia constante del riesgo en nuestras
decisiones.
Con esas dos herramientas: la visualización de información y
la experimentación simulada, se puede pensar en otra secuencia de aprendizaje.
Ambas cosas se pueden hacer sin mayores exigencias previas, sin mayores
cálculos. Como se adquiere el manejo de una tablet o de un teléfono celular. O el manejo de un auto, sin penetrar en las
cuestiones de ingeniería que lo hacen posible.
Ese paso es fundamental, porque permite poner en práctica,
muy temprano, el intercambio de información con otros y con el ambiente,
natural y social. Se ponen las bases de una cultura de la evidencia, de las
hipótesis y de la incertidumbre, que debe acompañar a lo largo de la vida.
Otro eje es el de la recolección de datos. Las distintas
materias provocaran diferentes desafíos para reunir datos de interés. Y esa
experiencia de contacto con la realidad y con el proceso de medir, tiene un
gran potencial formativo. Recordemos que la teoría de los errores de medición
es una las fuentes originales de la estadística.
Los tres ejes mencionados: visualización, simulación y
medición, constituyen una guía para la incorporación del proceso de
“alfabetización estadística”, en la organización de la educación sistemática,
en sus distintos niveles.
Buenos Aires, junio 14 de 2017