Algunas reflexiones
sobre el camino andado
Hugo Oscar Ambrosi
Una conversación necesaria
La gran disrupción que estamos atravesando nos obliga a
pensar lo que hemos estado haciendo, para replantearlo y si conviene,
articularlo con lo nuevo.
Estas reflexiones no buscan culpar a nadie. Las cosas que se
hicieron, buenas o malas, ya están para siempre fijas e incorregibles, en el
pasado. Tampoco nadie debe sentirse atacado, por lo que son ideas en busca de contrastación
o debate.
Me gusta imaginar que estas reflexiones y recuerdos impulsaran
una conversación, un encuentro guiado por el ánimo de aprender unos de otros,
sin conclusiones ni cierres. Una conversación que perdure y nos configure como
un colectivo racional, capaz de evaluar sus pasos, y desarrollarse con la
contribución de todos sus integrantes.
Semejante ambición tal vez suene utópica, pero creo que es
necesaria para que la Estadística intervenga con sus poderosos recursos en el
diseño del futuro, proporcionando el instrumental para controlar el rumbo que
nos conduzca a una sociedad libre y solidaria con oportunidades para todos.
Los Estadísticos somos producto de una utopía
extraordinaria, que surgió en la cabeza y el corazón de Carlos E. Dieulefait,
el “profesor Dieulefait” como exige nombrarlo su pasión docente. El y un
pequeño grupo consumaron la sorprendente creación de la carrera de Estadístico
Matemático, que ha recorrido, con diversos cambios el tiempo de varias
generaciones.
Las siguientes reflexiones son el tejido de recuerdos y
esperanzas, los dos polos entre los cuales transita la vida con el propósito de
renovar la visión de nuestra profesión, abrevando en la memoria de su esencia
invariable.
-I-
El origen
El año 1948 se funda la carrera de Estadístico Matemático en
Rosario. Para entender la importancia de ese hecho es suficiente recordar que
fue la primera escuela de nivel universitario, en un país de habla española.
Han transcurrido más de 70 años desde aquel momento que, a
la luz del impulso que animó a sus fundadores, resulta de plena justicia
reconocerlo como histórico. No solamente en el predio particular de la
estadística sino también como un gesto profundo de la sociedad en busca de
perfeccionarse y fortalecer el desarrollo humano de sus integrantes.
Creo que es conveniente destacar la claridad conceptual y el
profundo entendimiento de cómo debía ser la formación de los Estadísticos
Matemáticos, para que su desempeño en los diversos campos, rindiera los frutos
que el aporte de la estadística promete como rectora de la experiencia y
prudente avizora del devenir en su desarrollo y perspectivas.
Una dinámica especial animó al grupo pionero, que con
encomiable esfuerzo y dedicación condujeron una estricta y exigente formación
teórica con un temprano y también intenso contacto con las cuestiones
prácticas, que en torno de los datos convocan una trama de relaciones humanas,
de urgencias y prioridades, de necesidades y recursos, que constituye el
verdadero campo en el que la estadística debe dar su batalla. La estadística, avanzada
audaz de. la razón humana, batiéndose en medio de la incertidumbre y el
riesgo.
Así durante los dos primeros años (1948 y 1949) informa el
Profesor Guido Liserre, ingresaron a la carrera 104 alumnos. Otro dato
interesante, como antecedente, es el número de egresados a partir de 1951,
teniendo en cuenta que la carrera duraba tres años. En la década 1951-1960
egresaron en promedio, 7,3 graduados por año
. Es importante retener esa cifra de egresos por año, con un mínimo de 1
y un máximo de 13.
El destino de esos primeros Estadísticos fue cubrir
importantes puestos en organismos
públicos y empresas, lo que visibilizó la carrera.
Id por todo el mundo
Mientras los hechos sucedidos durante aquellos años
iniciales se alejan en el tiempo, duele la ausencia de una memoria que haga
justicia de aquella labor épica, rescatando las huellas de los pasos dados
entonces.
La Estadística era la Buena Nueva que, con celo apostólico,
pregonaban incansablemente, de lunes a sábado, los fundadores de la carrera. El
mandato hacia los discípulos era “¡creced!” y, frente al mundo que observaba
con curiosidad, proclamaban “¡multiplicaos!”. Expresaban un Génesis laico de un
mundo que se estaba formando.
Hoy podemos reconocer la importancia de esos gestos, que
destacan el servicio que los fundadores se propusieron prestar a la nación, al
preparar rigurosamente a los profesionales que contribuirían a colocar a lo
largo y a lo ancho del país, los cimientos de un servicio estadístico
nacional, según los dictados de la ciencia estadística y de las buenas
prácticas reconocidas.
La década del 70, vista en perspectiva, refleja un momento
de especial importancia en el desarrollo de la profesión estadística y abre una
etapa cargada de expectativas.
En 1968 fue sancionada la ley 17622, en cuya redacción
tuvieron directa participación el Prof. Carlos E. Dieulefait y la Doctora
Clotilde Bula, de la Escuela de Estadística de Rosario, junto al Profesor
Fausto Toranzo de la UBA. Esa ley marcó un quiebre en la visión burocrática en
que habían caído las estadísticas publicas argentinas y propuso altos
estándares de organización y calidad.
Aunque hoy puede cuestionarse el tinte tecnocrático de su
concepción, la nueva ley fue la “ley posible” en ese momento. Así lo entendió
el Prof. Dieulefait, que en charlas privadas se refería a las limitaciones de
la ley, considerando que era un primer paso en un camino a recorrer.
El modelo que él prefería contemplaba la organización de un
Consejo Nacional de Estadística, que recogiera las necesidades del país y
contribuyera al diseño de una estrategia nacional de estadística.
El proceso de adhesión a la nueva ley, que tuvo lugar en las
provincias, responsables de las estadísticas oficiales según la Constitución,
produjo una saludable renovación en las oficinas provinciales,
En pocos años la muchas de ellas fueron dirigidas por
Estadísticos graduados en Rosario. Eso provocó naturalmente nuevas
convocatorias, cuando esos responsables requirieron la presencia de otros
colegas, para fortalecer técnicamente a las direcciones provinciales.
Se produjo así una demanda de profesionales en dependencias
del Sistema Estadístico Nacional, que alimento la esperanza de que la profesión
se consolidara y desempeñara el papel que los fundadores de la carrera
imaginaron para ella.
Es interesante considerar la influencia que ejerció esa
mayoría de directores provinciales con formación Estadística, ya fueran
egresados de Rosario o funcionarios con idoneidad, interés y compromiso como
efectivos “estadísticos administrativos”.
Por ejemplo, las Reuniones de Directores Provinciales
convocada por el INDEC alcanzaron una dinámica e intensidad muy elogiable,
influenciadas por la cultura común que compartían todos los participantes. Vale
decir todos, porque esa mayoría, técnicamente sólida, lograba ganar la simpatía
y la adhesión de los colegas menos especializados, pero igualmente
comprometidos. Y eso fue altamente positivo y beneficioso para todo el sistema.
Es oportuno señalar que ese proceso y las condiciones
imperantes en las provincias fueron un factor determinante del éxito del Censo
de 1980, que fue dirigido por un equipo de claro perfil estadístico.
Parecía que el sistema propuesto en la ley 17622, de
centralización normativa y descentralización ejecutiva, finalmente se plasmaría
en la realidad, en un equilibrado balance entre los intereses nacionales y la
rica diversidad del mosaico provincial.
Las reuniones regionales favorecieron que se pusiera el foco
en las necesidades locales, que al nivel de pequeños grupos de provincias
vecinas permitieron compartir experiencias y facilitaron la cooperación
horizontal.
En paralelo, la cantidad de Estadísticos trabajando
mancomunados, llevo al despertar de la conciencia colectiva en la profesión.
Como consecuencia. surgieron la Asociación de Graduados en Estadística de
Rosario y el Colegio de Graduados en Estadística de Buenos Aires.
La Asociación logró avanzar hasta lograr la inclusión de los
Estadísticos en el CPCE de Santa Fe, que hasta el presente es el único lugar
del país donde ha sido regulado el ejercicio profesional.
Sin embargo, todavía existe una gran deuda en cuanto al
control, en los casos de ejercicio ilegal de la profesión, y cuando no se
respetan las competencias para el desempeño de cargos específicos en la
Administración Pública Provincial.
La parábola del tiempo
Ese ímpetu, esa clara y definida dirección, se fue diluyendo
a medida que aquel fuego inicial se alejaba en el tiempo. Las circunstancias,
el contexto, donde se expresan fuerzas y factores diversos, que alineados
facilitan el crecimiento y desarrollo, pero cuando se agitan, convulsionan la
historia y son capaces, como las energías telúricas, de ser deletéreos y
destructivos.
El plan de estudios original fue reemplazado en 1958, en un
intento de darle un sentido más aplicado, que se reflejó en cambio de nombre del
título que otorgaba la carrera, cuyos egresados pasaron a llamarse Estadísticos
a secas. A esos cambios sucedieron otros, como el de 1966, que incluyo un
Doctorado, recuperando de alguna manera
el énfasis teórico matemático, sin desmedro del enfoque profesional del ciclo.
de grado, aunque se resignó el nombre de Estadístico, expresión de compromiso profesional,
sustituyéndolo por Licenciado en Estadística, más propio del clima académico.
Dejando por ahora el recorrido programático, resalta
interesante poner la atención sobre el interés en la carrera, expresado por los
alumnos inscritos y lo egresados emergentes de ese flujo de ingresantes.
A los efectos comparativos y como razón del título elegido,
podemos observar que 30 años después de la creación de la carrera, entre 1978 y
1987, se graduaron 12,2 estudiantes por año, (entre 6 y 21). Posteriormente, después del aniversario 50,
entre 1998 y 2007, lo hicieron solamente 5,7 (entre 3 y 10. ¡La mitad
que 20 años antes!
Esos números llaman poderosamente la atención. Especialmente
porque esos años fueron testigos de hechos muy significativos en la revolución
digital. El surgimiento a mediados de los 80 de la PC y en los 90 la WEB, instrumentos
que permiten el pleno despliegue del potencial estadístico, tanto en materia de
cálculo, como de almacenamiento y distribución de la información.
No escapa a nuestra observación, que la cantidad no es
indicador de excelencia. Sin embargo, los números señalan una baja
productividad institucional, en términos la preparación de profesionales altamente
calificados.
Creo que subsiste una deuda, que tiene que ver con aquella
promesa que muchos escuchamos sobre el brillante futuro que aguardaba a la
ignota estadística, en algún futuro que tuvimos la ilusión de alcanzar.
-II-
La vida social de la estadística
Dice Liserre en su valiosa reseña de los 2 primeros años de
la carrera (pág. 28): …”se trata de formar en el alumno “espíritu
estadístico” además de […] en el estudio de las teorías estadística”.
La “experiencia de Rosario en la enseñanza de la
Estadística”, como la llamó el Prof. G. Liserre, fue intensa y comprometedora,
tanto en el orden académico, como a través de la proyección de ese “espíritu
estadístico” en la sociedad rosarina.
La “sociabilidad estadística” fue desarrollada a través de
varias vías, que fueron empleadas para extender los estudios y la acción de la
carrera en el medio local y más allá.
Así el Centro Experimental de Investigaciones
Económico-Estadísticas del Gran Rosario constituía el instrumento para el
desarrollo de estudios e investigaciones que, al mismo tiempo de proveer
valiosa información, también diera oportunidad a los alumnos de adquirir
experiencia con las aplicaciones.
El “Ateneo de estudiantes de la carrera de Estadístico
Matemático”, era el encargado de recibir
y asistir a los estudiantes que llegarían a Rosario de distintos lugares, así
como de mantener contacto con organizaciones similares de otras regiones o
países.
La Sociedad de Estadística de Rosario, que estaba formada
por profesores, hombres del Comercio, de la Industria, de la Banca, de Gobierno,
se reunía un promedio de 8 veces por año, en una cena de camaradería para
escuchar una exposición sobre temas de actualidad de interés estadístico. A
esos encuentros también eran invitados los alumnos avanzados de la carrera.
-III-
La caída
A partir de mediados de la década de los 80, el círculo virtuoso
se fue debilitando hasta convertirse en un círculo vicioso. Ese giro se aceleró
al perderse paulatinamente la conducción profesional de las oficinas de
estadísticas, retrocediendo en el reconocimiento del carácter técnico y
especializado de los conocimientos y sistemas de valores que implica ser
Estadístico.
Al debilitarse las Direcciones provinciales, se resintió el
balance interno del Sistema Estadístico Nacional, en términos de la Nación/Provincias,
acentuando el centralismo del INDEC, posiblemente por falencias del propio
régimen legal (ley 17622).
En ese punto se hizo evidente la ausencia de un órgano
estratégico, como el Consejo Nacional de Estadística, capaz de mantener el rumbo
del sistema, manteniendo distancia de las perturbaciones circunstanciales y de
los intereses mezquinos, que intentaran desviarlo de sus fines primordiales.
Lentamente se fue eclipsando el desarrollo que se
vislumbraba años antes, y las organizaciones profesionales, Colegio de
Graduados de Buenos Aires y el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de
Santa Fe, no ejercieron la representación esperada en defensa de la profesión,
alertando sobre los riesgos que implicaba no aplicar el criterio de independencia
y responsabilidad profesional, en el ejercicio de la Estadística, como medio de
resguardar los intereses individuales y sociales.
La Escuela de Estadística de Rosario
¿Cuál ha sido el papel de la Escuela de Estadística en este
proceso? ¿Tiene alguna responsabilidad
en el desdibujamiento de la identidad profesional?
Resulta difícil eximir al centro de formación más antiguo
del país, de responsabilidades en la declinación de la profesión y en la pérdida
del rumbo colectivo como profesión y en consecuencia en el desinterés
individual en las estadísticas públicas.
A mediados de los ‘80, se produjo en la Escuela un cambio en
su orientación, que mientras acentuaba la orientación teórica, por un lado, por
otro reducía las materias aplicadas, modificando el equilibrio que había dotado
a los Estadísticos de la suficiente flexibilidad intelectual y práctica, para desempeñarse
en diversos campos como un profesional autónomo y señala la responsabilidad que
cabe a la Escuela de Estadística en la situación actual.
En el año 2013 se llevó a cabo, por intermedio de la
Comisión Asesora de la Escuela de Estadística, una encuesta a egresados de los
planes 1992 y 2003.
En el ítem 6 de la encuesta se les solicitó a los
consultados que expresen su valoración con respecto a distintos aspectos de su
formación, en una escala de 1 a 5.
Se puede observar que los aspectos con mejor puntaje (+4),
son los teóricos.
Las “cuestiones prácticas” (herramientas, trabajo en equipo,
encontrar nuevas ideas/soluciones y rendir bajo presión y cumplir ciertos
objetivos) califican debajo de 4.
Lo que llama la atención y ratifica lo expresado más arriba
son los aspectos que hacen a la “capacidad de liderazgo y de comunicación”, que
solamente obtienen puntajes de inferiores a 3.
Los temas más deficitarios son: Coordinar actividades,
Redactar informes/documentos, Presentar en público informes/ideas, Movilizar
capacidades de otros.
Entre la enorme riqueza de las opiniones expresadas por los
encuestados, hay dos comentarios personales que resumen la evaluación de la
formación frente a los desafíos de la práctica.
Plan 1992.
“Considero que la universidad brinda una formación muy sólida a
nivel teórico, pero que no prepara tanto al alumnado en la resolución de
casos prácticos. Por otra parte, en la práctica me encontré con la
necesidad de manejar grandes volúmenes de datos y muchas tablas diferentes, y
como estadística no estaba preparada para la preparación previa de los datos.”
Plan 2003
“La carrera de Licenciatura en Estadística requiere alguna
materia vinculada al liderazgo y el trabajo de equipo, como así también otra
dedica exclusivamente a las estadísticas gubernamentales. También podría
pensarse en una materia (esta podría ser optativa) sobre la estadística en la
Investigación de las Ciencias Sociales. Ayudaría a entender mejor que rol juega
la estadística en estas disciplinas, y nos ayudaría a poder armar mejores
categorías para las preguntas / los indicadores”
-IV-
El alma de la estadística
La situación existente y la insistencia académica en seguir
proponiendo un perfil que limita marcadamente el campo profesional, nos lleva a
preguntarnos que se ha perdido por el largo camino recorrido desde aquellos
lejanos días de 1948.
Enormes cambios han tenido lugar en el mundo y muchos impactan
directamente sobre nuestra disciplina. Por citar, las tecnologías de
informática y comunicaciones han cambiado radicalmente el escenario de la
estadística. De un mundo de escasez y privaciones, hemos ingresado en uno de abundancia
creciente y correlativo poder.
Sin embargo, hay una constante, en medio de las turbulencias
y multiplicidades técnicas. Algo que Liserre invoco en su resumen y que llamó
“espíritu estadístico”. ¿A qué se refería?
Ese espíritu estadístico se ha ido revelando a lo largo de
décadas. Y aparece como el soplo vital que anima la frondosidad de las
técnicas, como la llave que hace de la Estadística un eje cultural que no es ajeno
a nadie, Ese aliento hace que ningún hermetismo pueda enajenar la comprensión
de la sociedad, si los intermediarios son profesionales didácticos y responsables.
Hoy podemos avanzar y reconocer en ese espíritu conocimiento
y valores que, en el ejercicio profesional, implican el obligatorio
cumplimiento de las buenas prácticas y el respeto de los requisitos éticos.
El pensamiento estadístico
La principal meta de la
educación es crear
hombres capaces de hacer cosas nuevas
La segunda meta de la
educación es
formar mentes que puedan ser críticas
Piaget
¿Que late bajo la frondosa diversidad de las técnicas? Dudas
e inseguridades, que provienen del hecho incontrastable que la verdad, en toda
su compleja realidad, no puede encontrarse despejando una incógnita, bajo un
entramado de supuestos, de dudosa verificación y cumplimiento. Solamente
arribamos a grados de verosimilitud, precarios y condicionales. Suscribimos
convenios, conjeturales y transitorios, en los cuales basamos nuestras
decisiones.
¿Cómo sanar ese desánimo, esa falta de confianza, que impide
dar un paso adelante, y aleja de las responsabilidades?
Frente a la explosión de datos que caracteriza nuestra
época, cabe preguntarse: ¿qué queda de la estadística si se le quitan todos los
datos?
Queda la curiosidad, la sed de aprender, ese proceso en el
que la razón metaboliza los nutrientes que la observación registra y la memoria
almacena. Sin el aprendizaje no existe humanidad en nosotros.
Creo que no traiciono las palabras de Liserre, cuando se
refería hace 70 años, a la formación del “espíritu estadístico”. Porque es en
el espíritu donde se da la batalla del conocimiento. Donde arraiga la búsqueda
de la verdad como propósito y voluntad.
Estadística es más que una deslumbrante colección de
técnicas, que nos van proporcionando herramientas cada vez más poderosas, para
que la búsqueda sea más rigurosa y precisa, y los resultados más relevantes,
oportunos, confiables y accesibles.
El “pensamiento estadístico” se apoya en los postulados
siguientes [1]:
ü la necesidad de datos
ü la importancia de la producción de datos
ü la omnipresencia de la variabilidad
ü la medición y modelado de la variabilidad
El estadístico desarrolla su acción en medio de las tensiones
y los conflictos que animan la vida social. No puede ignorarse que las
estadísticas son el resultado del juego de intereses de patrocinantes,
productores, gente del oficio, proveedores, que representan en el escenario de
la vida, un drama moderno cuyo libreto trata de “la revelación” estadística, la
probabilidad de las causas, la verosimilitud, entre otros juegos de un lenguaje
rico y poderoso.
Practicando la Estadística en las últimas décadas, hemos
entendido que hay de pasajero o novedoso en la disciplina y que hay de
invariable, de propio y esencial.
Esas calidades, que la convierten en una valiosa condición
humana, hacen posible que la estadística tenga una vida social, que pueda circular
y compartirse, que constituya un medio para que funcionen mejor las
organizaciones humanas: el gobierno, las empresas, el tercer sector, así como
los individuos que pueden tomar mejores decisiones en sus vidas personales.
Por esa razón, es necesario que la enseñanza y la
preparación de altos técnicos, tenga en cuenta los valores culturales que la
estadística expresa, superando la visión cerrada y elitista, que pretende
reservar para iniciados, generalmente muy pocos, el privilegio de apreciar los
arcanos que oculta tras una “alta muralla matemática”, al decir de Bradley Efron.
Hablar de educación estadística, es reconocer que una
sociedad moderna y abierta, requiere de
ciudadanos alfabetizados estadísticamente, en primer lugar, capaces de tener un
pensamiento estadístico, de manera que ese “espíritu estadístico” atraviese la
sociedad, porque una vez que el alma es tocada por el misterioso azar, y se
reconoce la necesidad de los datos, para encontrar el rumbo en medio de una
realidad donde impera la incertidumbre, será posible dar significado justo a la
información disponible. Significado en términos de relevancia, oportunidad,
confiabilidad y accesibilidad.
Hago votos para que una estadística cívica, enerve
todo el cuerpo de la república y provoque finalmente un profundo compromiso
entre democracia y estadística, como clave de una convivencia racional y
solidaria.
Estas ideas fueron utilizadas
para formar la definición proporcionada por la Asociación Americana de
Estadística (ASA) / Asociación Matemática de América (MAA) Comité Mixto sobre
la titulación de Estadística