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05 octubre 2007

Ni anécdotas ni dogmas, ¡Datos!

Ni anécdotas ni dogmas, ¡Datos!

 

La verdad esta perdida,

si lo que impera es la sentencia intolerante del dogma

o la volatilidad efímera de la anécdota.

 

Todo se resuelve siempre en la misma ambición,

 el mismo desprecio por los otros,

la misma cobardía plegada ante lo que parece inevitable,

los mismos burócratas que ejecutan y hacen real el desastre...

 

4 de octubre de 2007. Abrazamos al INDEC y en ese abrazo estuvimos juntos. ¡Qué largo camino! Cuantos días y meses. Encuentros y desencuentros. La sociedad indiferente que uno de estos días empezó a  mirar de otra manera. Cuando lo invisible se hizo visible.  Cuando lo seguro fue arrastrado por los vientos de la incertidumbre.

Cuantas veces notamos que alguien "por miedo a descubrir algo que lo hubiera obligado a ser consecuente, cerró los ojos". Y bueno, así son las cosas.

Claudio dice que ya hemos ganado. Cuesta un poco de trabajo entenderlo, ¿no?. Sin embargo yo quiero contarte que creo que tiene razón. ¿Cómo? Si jodieron el índice y estamos contra las cuerdas, esquivando los golpes que podemos y absorbiendo los que llegan despiadados a destino. ¿Qué ganamos?

La sociedad ha hecho propio algo intangible, dejando atrás para siempre la ingenuidad burlona, según la cual el INDEC siempre mentía, en un ritual sin consecuencias, a cargo de tecnócratas y funcionarios.

Ahora muchos, por no decir la coincidencia imposible de todos, tienen claro que las peores mentiras no son las estadísticas, sino las que emergen del violento maltrato de los datos, que pretende negar la realidad, provocando un estado alterado de conciencia mediante el abuso de la estimulación  anecdótica o por la recurrente caída en el sopor dogmático.

La exigencia que la sociedad hoy hace propia, es "Ni anécdotas ni dogmas, ¡Datos!". Y los datos junto con un razonamiento claro e independiente, servirán de guía en la toma de las decisiones necesarias, permitiendo el debate requerido por la debida participación republicana. Ese es el triunfo y debe ser reconocido ya.

Nuevos desafíos y nuevas luchas se abren en el camino hacia adelante. Pero los que luchan pueden lucir orgullosos en el pecho la medalla de esta importante victoria.  

 

Hugo Oscar Ambrosi

 

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