Logo in Spanish

01 octubre 2020

Soñar la Patria

 Nos avisaron muchas veces

La moral de Tartufo, hipócrita y mentirosa, el hombre masa, malentendida encarnación  del pueblo, el reproche vibrante de ¡Argentinos, a las cosas! , la esperanza puesta en los argentinos insomnes, los argentinos sin sueño, que alertas y capaces reaccionaran contra las fuerzas de la decadencia y despertaran de la pesadilla, hasta la desgarradora pregunta sobre ¿Qué es esto?, que nos desafía a mirar donde estamos.

Hombre-masa es aquel que sintiéndose vulgar, proclama el derecho a la vulgaridad y se niega a reconocer instancias superiores a él.

Han pasado 2 siglos de aquel año 1820, en que la anarquía se apropió de nuestra historia, y puso 3 gobernadores en el mismo día. Doscientos años pasaron y extraños ecos suenan todavía y acongojan el sufrido cuerpo de la nación.

Es hora de que aceptemos que nos hemos extraviado en nuestro peregrinar histórico, y hemos caminado alucinados hacia el desastre.

Múltiples intentos trataron de explicar la decadencia argentina. Las precoces advertencias sobre lo que incubaba la sociedad, en coral manifestación de ilustres y doloridos testigos. Más tarde se reiteran las alarmas, en tono más específico, cuando las estadísticas señalan fríamente la efectiva culminación de las profundas pulsiones negativas, que percibieron, con filial afecto y compromiso cívico, los precursores: Ingenieros, Martínez Estrada, Scalabrini Ortiz, Arlt, Mallea, Marechal.

Hoy deambulamos inseguros por los vericuetos misteriosos de la pandemia que abraza al planeta. Oscuros augurios sobre la perversidad del virus, nos han empujado hacia un abrupto declive económico, y le ha propinado a nuestro maltrecho sistema educativo, otrora prenda de orgullo, un golpe fatal dañando profundamente el futuro y atrasando dramáticamente al país.

Las asimetrías se acentúan de manera vertiginosa. Millones de desocupados, miles de industrias y comercios cerrados definitivamente, los ómnibus viajando sin pasajeros, por obra del aislamiento social impuesto con rigor policial, deprimen el ánimo y entristecen a la gente.

Mientras se observa un empeño inusitado en modificar leyes y tribunales, de manera que los procesados no respondan ante quien corresponde, fraguando en cambio inmunidad contra la letra y el espíritu de la Constitución de la república.

Por un juego patológico de birlibirloqoue, los presos ganan la calle mientras las víctimas tienen que refugiarse tras las rejas. Los acusados de los mayores agravios al país, se jactan de ser los adalides de un pobrismo arancelado que se ha llevado puesto el ideal del gobierno representativo, cayendo en una delegación entreguista de la libertad.

Se ha profanado el mérito, entronizando el medieval derecho de cuna desnaturalizado como reivindicación de las desventajas e incapacidades, propias y ajenas.

Se rinde homenaje, desde las mas altas esferas al mítico guarango que dibuja con trazos inequívocos Martínez Estrada: “Es un ignorante que interpreta mal la realidad, como el casi analfabeto un texto que puede deletrear pero que no entiende”

.”Es un primitivo que procede como si conociera las reglas de la civilización y hasta como si las acatara y manejase con plena conciencia de su sentido, pero solo conoce el fraude.“

Y así estamos, 80 o 90 años después, viviendo el epílogo de aquellos textos premonitorios del siglo pasado. Nuestra naturaleza profunda ha estallado finalmente.

Vemos con pavor que no somos más lo que no fuimos nunca. Lo que nos gustó parecer no duró como representación. Fue corroído por los vicios profundos del ser bifronte que nos representa.

Divididos, partidos, agrietados. Gastamos energía y tiempo en litigar entre las dos naturalezas que nos constituyen. Travestidas de múltiples formas. Florida y Boedo, federales y unitarios,colonia o independencia, civilización o barbarie, River o Boca, peronistas o gorilas, Ford o Chevrolet, Fangio o Gálvez, Buenos Aires o el interior…

Los títulos proclaman una preocupación creciente: Argentina en el callejón, El país de las desmesuras, Inversión [reversión] del desarrollo en la Argentina, La Argentina partida, Un país al margen de la ley, La telaraña argentina...Y notas, entrevistas y artículosse hacen ecos del v értigo de la caída.

Hoy observamos en primer plano a Tartufo reencarnado. Mentiroso, hipócrita, guarango. Pero Tartufo no esta solo. Por eso la guarangada no es repelida espiritualmente contra el guarango en su persona, sino contra la familia, el barrio, la técnica, el país entero en que el guarango se inspira; contra el texto que él sigue al pie de la letra, reduciéndoselo a farsante de una comedia subhumana. El lugar donde hay reunidas muchas personas, es el escenario propicio para este payaso, para este pícaro sin estirpe”.

Sigue diciendo Ingenieros:

En ciertos períodos la nación se aduerme dentro del país. El organismo vegeta; el espíritu se amodorra. Los apetitos acosan a los ideales, tornándose dominadores y agresivos. No hay astros en el horizonte ni oriflamas en los campanarios

“Entra en la penumbra el culto por la verdad, el afán de admiración, la fe en creencias firmes, la exaltación de ideales, el desinterés, la abnegación, todo lo que está en el camino de la virtud y de la dignidad., En un mismo diapasón utilitario se templan todos los espíritus.”

La patria tiene intermitencias: su unidad moral desaparece en ciertas épocas de rebajamiento, cuando se eclipsa todo afán de cultura y se enseñorean viles apetitos de mando y de enriquecimiento. Y el remedio contra esa crisis de chatura no está en el fetichismo del pasado, sino en la siembra del porvenir, concurriendo a crear un nuevo ambiente moral propicio a toda culminación de la virtud, del ingenio y del carácter.”

Tengamos un sueño. Volvamos a soñar. Recobremos el futuro que imaginaron padres o abuelos. Criollos o gringos.

Abandonemos la cómoda espera de la dádiva y salgamos a ganarle el sustento a la vida. Pongamos en ese propósito, todo el empeño, toda la imaginación, toda la inteligencia tesoneramente, decididamente, apasionadamente.

Abandonemos el cínico escepticismo, la socarronería burlona, la pedantería banal, las excusas derrotistas. Vayamos con ánimo encendido, con paso resuelto y con la mirada firme en la meta más alta y más lejana. Decididos a marchar incansablemente, a bregar sin tregua, a soñar cada noche con la meta. Una y otra vez,¡ soñar con: el despertar de la Patria!

Y digamos con Cortazar:

Te quiero, país desnudo que sueña con un smoking,

vicecampeón del mundo en cualquier cosa, en lo que salga,

tercera posición, energía nuclear, justicialismo, vacas,

tango, coraje, puños, viveza y elegancia.

Tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado

en lo mejor de la garufa, tan garifo a la hora de la autopsia.

Pero te quiero, país de barro, y otros te quieren, y algo

saldrá de este sentir.

Visitas

Búsqueda

Google

Mapa de visitantes

Myspace Map

Clima... más estadística