En la vigilia del 22 de noviembre de 2015
Los hombres reunidos conversando van haciendo la historia. Y
hoy las redes sociales nos dan una oportunidad inédita de asociarnos y combinar
nuestros esfuerzos y nuestras inteligencias. Por esa razón me parece que
debemos estar atentos a lo que pasa, a lo que van haciendo otros.
1. Ideas y doctrinas
Una característica de las ideas, es que tienen un ciclo
vital. También las ideas nacen, crecen, se desarrollan, envejecen y son reemplazadas. Las sociedades que no cambian
se anquilosan y caen presas de las rigideces que se instalan en sus
instituciones.
Una doctrina organiza y propone, como solución para los
problemas de un lugar y un tiempo histórico, un conjunto de recomendaciones, bajo
un sistema de valores permanentes, y contando con las herramientas disponibles
en el "aquí y ahora".
Pero el contenido y las condiciones de los problemas
evolucionan con el tiempo y el repertorio de herramientas cambia. Por eso las
doctrinas pierden eficacia y envejecen. Dejan de ser motores inspiradores, para
convertirse en lastres para la acción colectiva. Su obsolescencia promueve
discusiones estériles, que se agotan en la defensa encaprichada de visiones y
creencias antiguas vaciadas del sentido de la realidad.
Un problema adicional surge de la tendencia a atribuir a la
idea fuerza de la doctrina imperante, un carácter grandilocuente y épico,
asociado a una naturaleza excepcional, iluminada y heroica. Todo cambio
requiere de la fuerza emocional que lo impulse, pero esa naturaleza fáustica
debe atemperarse con el rigor del razonamiento, al reconocer que ese cambio no
es más que uno en la larga sucesión de pasos que jalonan la evolución de las
sociedades humanas. A veces avanzando y otras deteniéndose o retrocediendo.
Como dijo Augusto del Noce, la Revolución ha muerto. Cometió
suicidio.
"Llena está la historia de ejemplos libertarios que
engendraron tiranías, de tentativas de ordenación que desencadenaron licencia
desenfrenada.", señaló Ernesto Palacio
2. Desafío de las generaciones
Cada época es un desafío a las generaciones que la viven,
para que avancen en la solución de los problemas pendientes. Para ello el
desafío es aprovechar los medios, los instrumentos disponibles hoy, muchos de
los cuales no estuvieron disponibles, y en algunos casos ni siquiera existían,
cuando el protagonismo era de generaciones anteriores.
"La historia es el resultado del choque de los sueños
con la realidad: la desilusión es su trama. Pero nuestra mente no se cansa
nunca de proyectar ideas brillantes que palidecen una vez fijadas, porque están
sujetas a la imperfección de la materia."
"Por esa razón no es adecuado cuando, en la
interpretación histórica, se atribuye a los cambios un carácter disruptivo,
haciendo de ellos una epopeya. Esa idealización lleva a que esas trasformaciones,
metamorfosis convertidas en el nuevo estado de cosas imperante, se resistan a
evolucionar, se quieran convertir en el fin de la historia. La respuesta definitiva a los ideólogos
consiste en proclamar que el hombre no puede crear paraísos".
Revoluciones, insubordinaciones, epopeyas, son todas
palabras que solo sirven para anclarnos en un pasado que fue cambio en su
momento y ahora es parálisis y freno. Esa parálisis del pensamiento y de la
motivación, se encubre con un retorno a fases primitivas, con su ornato de
violencia.
No reconocer la patología que encierran las actitudes
guarangas y chabacanas, con las que se exhibe un crudo desprecio por las normas
de respeto y convivencia, ponen de manifiesto una penosa claudicación moral que
naturaliza los excesos y los abusos embotando el espíritu y haciendo realidad
aquel triste verso de Discepolín cuando lamentaba:
Vivimos revolcaos
en un merengue
y en un mismo lodo
todos manoseaos...
¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
3. Crisis de los valores
¿Qué ha pasado? Una trama de valores permanentes
estructura a la sociedad y le permite reconocerse a lo largo de las transformaciones
que va teniendo. Cuando esos valores se conculcan, pierden adhesión y se confunden,
la sociedad se desarticula y queda al garete, librada al juego azaroso de las
tentaciones, de las prepotencias y del nihilismo.
"El hombre de Estado impone sus principios, mitigados
por la experiencia, vuelve a la sociedad a su quicio natural, restablece la
continuidad cultural e histórica y deja sucesión en el tiempo"
"Esta idea de que para actuar en política, y sobre todo
en funciones dirigentes, hay que saber algo, acaso choque con cierta
ilusión democrática según la cual cualquiera puede ser apto para cualquier
puesto porque el saber político es saber infuso: ilusión que, como otros
errores del mismo tipo, suelen los pueblos pagar con sangre"
Veamos. Un hombre de estado, un dirigente político, un
miembro de la élite de la sociedad, debe encarnar los sueños y las esperanzas
colectivas. "No puede concebirse, en cambio, y no se ha visto jamás en la
historia, el hombre de Estado que no sea, a la vez que un gran temperamento
natural, un producto de cultura"
La cultura de una sociedad, es una realidad proteica. Tiene
luces y sombras. Así como el estadista se nutre en las dimensiones positivas de
la cultura del país, para encolumnar la marcha de la sociedad con ellas como
soporte, también están los manipuladores cínicos, que abrevan en los rincones
oscuros de los miedos, las fobias, los rencores, los celos y envidias, para provocar la
alteración de la convivencia y estimular falsos enfrentamientos, en un juego de
"todos pierden"
4. Legitimidad de la dirigencia
La farándula y el deporte aportan hoy sus figuras y sus
campeones, al mundo de la política. ¿Es un antecedente suficiente su alto
reconocimiento mediático, para garantizarle a la sociedad que harán bien el
trabajo para el que se postulan desde las marquesinas o el estadio? Dejemos la
respuesta a Palacios nuevamente:
"Si se reconoce
como un resultado cierto de la ciencia política que la estabilidad de los
gobiernos, con el consiguiente beneficio común, proviene de la existencia de
una clase dirigente legítima [...], se plantea necesariamente un problema de
educación de dicha clase. Hemos dicho que ella debe ser representativa y que ha
de encarnar la tradición cultural de la colectividad. Todo esto supone lo
contrario de la espontaneidad y la improvisación, pues sólo puede provenir de
una voluntad eficazmente orientada hacia la comprensión de las aspiraciones y
modalidades colectivas, de una experiencia viva y de un acopio suficiente de
nociones sobre el arte de gobernar. La
clase dirigente, para ser tal, debe ser una clase educada"
Sin embargo no basta prepararse mediante una educación
adecuada. Es requisito que esa educación madure y sazone con la experiencia.
"Por lo que hace al pueblo romano, político por
excelencia, además de educar a sus ciudadanos especialmente para la actuación
pública, implantó la institución del cursus honorum, según la cual nadie
podía llegar a las magistraturas superiores sin haber desempeñado antes las
inferiores, lo que aseguraba en los gobernantes una suma de experiencia
proporcional a la magnitud de las responsabilidades"
Hemos visto desde hace décadas agitarse las banderas de la
soberanía popular, convirtiéndolas en "política de masas" "Puesto
que se aceptaba la soberanía del pueblo y el pueblo era, en su mayor parte,
indocto, había que “educar al soberano”. Fórmula esta que se tradujo en la
difusión de la enseñanza primaria, insuficiente, por cierto, para la formación
de gobernantes esclarecidos"
"No hay posibilidad física ni moral de una política
de masas, porque las masas, como tales, carecen de voluntad activa y sólo
pueden ser objeto y no sujeto de poder; de tal modo que la traducción realista
de la expresión sería una política de conductores de masas, es decir, de cesarismo"
Que es lo que se ha visto
"Las clases
dirigentes no se determinan por la extracción social de sus miembros, sino por
su percepción de las realidades y por las reservas de inteligencia y voluntad
que ponen al servicio de la causa pública"
"Así se formaron [...], poderosas clases políticas, con
un reclutamiento razonable del personal, por lo cual configuran verdaderas
aristocracias abiertas al mérito, que conjugan una estabilidad a prueba de
sorpresas con un margen razonable de renovación. La burocracia de carrera
constituyó, por lo demás, una escuela insustituible y una fuente inagotable de
experiencia..."
Sin embargo lo que ha
ocurrido, no es indiferente a lo que vendrá. Las generaciones llevan
impresos los efectos de las experiencias vividas.
5. Entre lo inmediato y el horizonte
Durante los últimos 50 años, nos hemos concentrado en lo
inmediato, en las urgencias coyunturales, perdiendo de vista la visión de largo
plazo, la única que sella el compromiso entre las generaciones sucesivas. Con
el transcurso del tiempo, las generaciones han resultado heridas por los
cambios sociales experimentados: la perdida de la libertad con la dictadura, la
pérdida del trabajo aprisionados por la pinza que forman la explotación y la
exclusión, la marginalidad y la pérdida de la seguridad física, la falta de
vivienda y el delito, la desarticulación de la educación, como medio de integración
y acceso.
¿Qué mundo hemos
construido, donde las nuevas generaciones viven una situación más difícil que
la de sus padres?
Esto se refleja en el divorcio producido entre lo que se
dice de la sociedad y lo que esa sociedad es realmente para quienes se
incorporan a ella.
Los cambios no son lineales ni uniformes: la no linealidad
del cambio social implica que las situaciones vividas por las generaciones pueden
no coincidir con lo que la sociedad les había preparado. Esta falta de
coincidencia entre los valores y la realidad es una consecuencia de las
fluctuaciones de la historia social.
6. Hablando se entiende la gente
Nuestro problema actual es que el discurso político
desconoce las reglas de la ciencia y desde siempre, abusa de la retórica.
Pero esos dos aspectos, en realidad son uno solo. Porque la
ciencia implica un desarrollo de una retórica mucho más compleja que la
literaria.
Si nos proponemos
hacer un esfuerzo para ser "modernos", deberemos erradicar las falacias de los discursos y debates políticos. Por otro
lado la ciencia deberá extender sus límites para abarcar los problemas
políticos.
En la ciencia que se ejerce fuera de los laboratorios y de
los gabinetes, coexisten la gestión de la incertidumbre y de la urgencia, con
la observación de los fenómenos bajo el prisma de los fundamentos teóricos y
todo ello, a su vez, con la pluralidad de perspectivas, compromisos e intereses.
El conocimiento científico, además de proporcionar teorías y
modelos que permiten tener una comprensión más profunda de la realidad, para
que la acción sobre ella sea más eficiente y eficaz, también aporta el ejemplo
de los recursos que emplea en el proceso de búsqueda de la verdad.
Está en la esencia de los métodos científicos, un constante
reaseguramiento, mediante diversos procedimientos, de la calidad de las pruebas
a que se someten las hipótesis, antes de su aceptación, siempre condicional y
precaria.
El científico tiene un compromiso ético con la verdad que es
custodiada por los procedimientos que la comunidad de investigadores adopta
como medidas preventivas de los errores y de los engaños.
La diferencia entre
un discurso tradicional y uno moderno, es la presencia y la función de los
números en uno y en otro.
Podemos decir que en la forma tradicional, la función de los
números es indizar las páginas y referir las notas. En cambio, en un discurso
moderno constituyen el eje en torno al cual se estructuran interpretaciones,
conclusiones, recomendaciones y proyectos. Y también objeciones, desmentidas,
correcciones.
En definitiva, las
cifras son piezas de un debate que permite acumular saberes y avanzar de manera
coherente.
Debemos llamar científica la retórica capaz de emplear en un
lugar más recursos que la antigua (Latour).
7. La Estadística que viene
Y para terminar es necesaria una referencia a la
Estadística. Así como esta disciplina se constituyó en el instrumento
constitutivo del método científico, es el factor que hace posible la democracia
republicana.
Si la información es
poder, las estadísticas públicas distribuyen ese poder.
Poner en práctica este nuevo paradigma requiere un esfuerzo
sostenido y un programa de acción consciente.
Se necesitan un INDEC
que no se reduzca a una tecnocracia eficiente, una clase política con capacidad
de análisis y de comunicación y una sociedad dispuesta a interpretar y decidir
con criterio informado. No es un plan para 2 ni 5 años: es un proyecto para 30
a 50 años.
El programa a desarrollar incluye instituciones, planes de
estudio, regulaciones profesionales, participación social activa, amplia
difusión de la información.
Todas ellas acciones sostenidas por un cambio de actitudes,
cultural, que privilegie la evidencia, socialmente convalidada, por encima de
ideologías, dogmas o prejuicios.
Por ejemplo, el INDEC debe tener como objetivo la producción
de datos con un nivel de calidad certificado. El concepto de calidad de la
"estadística ampliada" debe incluir no solo precisión y validez, sino
también relevancia y oportunidad.
8. Política basada en la evidencia
El nuevo paradigma es la "política basada en la
evidencia". La idea es simple:
La Política Basada en
la Evidencia busca que las políticas públicas estén (más) informadas por
evidencias fruto de investigaciones rigurosas.
En la práctica esto pasa por incorporar conocimiento
empírico en todas las etapas del proceso, desde que se identifica el problema,
hasta que se formula e implementa una política que lo enfrente.
Supone también verificar el éxito o fracaso de las acciones decididas
y llevar a cabo ensayos para evaluar un programa antes de su puesta en marcha.
Las políticas
públicas ya se nutren de evidencias empíricas, pero esta práctica debiera ser
rutinaria y más intensiva. Sencillamente, si una política persigue un objetivo,
tiene que estar fundamentada y conviene comprobar que efectivamente consigue lo
que se propone.
9. Conclusión.
Tenemos un plan. Pongamos
manos a la obra, y con el beneficio de lo heredado y de las lecciones de
errores que no debemos repetir, tratemos de que quede algo mejor, algo bueno de
nuestro esfuerzo.