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13 diciembre 2015

Una profesión liquida o liquidada




Nunca dirigió el INDEC un profesional estadístico, a pesar a que en 1948 se creó en la Universidad del Litoral, en Rosario, la primera carrera universitaria de Estadística, entre los países que hablan español.
Eso ocurrió 20 años antes de que se sancionara la ley 17622, aún vigente. Llama poderosamente la atención que se formen profesionales y después no se confíe en ellos para dirigir las áreas correspondientes. Pensemos que pasaría si lo mismo ocurriera en el terreno de la ingeniería, de la medicina o de la abogacía.
Estamos en el comienzo de  un proceso de reparación de las Estadísticas Publicas. Ha formado parte de las primeras declaraciones, la intención de reponer a los empleados que fueron perseguidos por el régimen establecido por las autoridades salientes.
Eso es justo y merecen nuestro agradecimiento, porque mantuvieron viva la protesta, aun en medio de cierta naturalización e indiferencia que permitieron la persistencia de una situación aberrante en un país civilizado. En esos términos se entiende la designación de Graciela Bevacqua como Directora Técnica.
Sin embargo, ¿qué se piensa hacer con los Estadísticos, que nunca fueron considerados adecuados para tomar decisiones?
No estoy hablando de estadísticos que trabajaron en INDEC, como yo mismo lo hice alguna vez. Ahí hubo muchos. Estoy hablando de ser número uno, de dirigir el barco, de empuñar el timón.
Tal vez ocurra que no tienen el “perfil político”, que parece ser la clave para “hacerse cargo”. Pero qué jóvenes van a querer comprometerse, añadiendo a su vocación profesional el propósito, la vocación del servicio público, si no hay ningún camino que lleve al encuentro de las dos, si no hay modelos que se quieran emular.
Ese círculo vicioso va alejando cada vez más las energías creativas y el entusiasmo de los jóvenes, de un camino político, que se enriquecería con su aporte para que efectivamente se pueda hablar de una nueva política, basada en la evidencia.
Como en todas la cosas, es necesario poner a cargo a personas que tengan el oficio, que sepan que hacer. No que apliquen recetas, sino que tengan el método  para resolver los problemas en sus propias circunstancias de tiempo y lugar.
Eso plantea el desafío de controlar su actividad, evitando la arbitrariedad que puede resultar de un saber especializado  y exclusivo. Pero eso no lo vamos a descubrir viendo trabajar a los Estadísticos. Eso es lo que hubo que hacer con los médicos, los abogados, los ingenieros y otras profesiones que se fueron agregando con el tiempo.
La vigilancia entre pares, el rigor de un código de ética y manuales de buenas prácticas son algunos instrumentos que aseguran que a partir de una formación adecuada y los exámenes de competencia correspondientes, alguien se pueda hacer cargo de la salud de los pacientes, de los intereses de los litigantes o de dictaminar en un juicio, de las obras públicas o privadas, por ejemplo.
Las identidades en nuestra época se diluyen, Los límites se hacen borrosos. Pero los límites que se derriban, dan lugar a otros. Tal vez este cambio de piel que significa la época nueva que se anuncia para nuestra sociedad,  sirva para aprovechar una capacidad particularmente propicia para renovar las relaciones y los acuerdos. La contribución que la Estadística puede hacer es crítica para que la renovación del discurso y el debate político, de la participación y la representación ciudadana nos lleven a entendernos mejor y  tomar mejores decisiones.
Los medios están, falta como suele decirse en muchas ocasiones, la “decisión política”, que confío que aparezca y convoque a quienes tiene que convocar.

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